Trabajar

Las preocupaciones de los hondureños son alarmantes: violencia, extorsión, desempleo y desconfianza en instituciones. La esperanza radica en la acción colectiva

  • 14 de diciembre de 2024 a las 00:00
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Como si no lo supiéramos y más, no lo viviéramos, las preocupaciones entre la generalidad de los hondureños son básicamente las mismas: la violencia que disuade y paraliza con la inseguridad producida por el crimen organizado y crimen común que es una especie de huracán cruel y devastador.

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La extorsión que para determinados sectores es solo un guion de terror que ven al encender el televisor y lo olvidan al apagarlo, pero la que para amplias capas de la sociedad es la pesadilla realizada que les destroza la vida. El femicidio y homicidios, todos deteriorando aceleradamente la calidad de vida de los y las hondureñas. El desempleo y la pobreza, tan obvia que no se ve.

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Cuanta insensibilidad entre funcionarios y políticos dentro y fuera del poder. ¿Hasta cuándo? La falta de oportunidades para la juventud y la desesperanza que los expulsa hacia otras tierras. Despatriados por sus servidores, por su incompetencia. La desconfianza en la institucionalidad, una resquebrajada, en aparente proceso de recomposición, solo pareciendo hacer algo para no hacer nada. El sistema de salud no cura al pueblo enfermo, la educación, sin infraestructura mínimamente eficiente y con deuda pendiente en varios de sus sectores, que pensar en una población educada, con capacidades desarrolladas para afrontar con éxito el futuro es quimera.

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Hoy, y solo por un rato, podemos quejarnos. Galimatías de hechos, sin lógica, en manos de practicantes disfuncionales de una teoría absurda del caos. Y por todos lados o caos. La migración forzada es problema, solución para algunos, ¿por cuánto tiempo? Y la atención deficiente al cambio climático.

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El humanismo se difumina, ¿pero es que existe? La cotidianidad que cansa y podría atraparnos está como para salir corriendo o sentarse a llorar. Pero no y nunca. Lo que incomoda debe motivarnos a trabajar, a ser creativos, a sumar voluntades y a rechazar cualquier posibilidad de sucumbir al fracaso. Honduras tiene hijos grandes para hacerla grande. ¡A trabajar!

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