Las elecciones presidenciales del 5 de noviembre en los Estados Unidos demuestran sin lugar a dudas que Trump es un fenómeno político, ya que los datos más recientes indican que obtuvo una mayoría significativa respecto a su contrincante: 295 versus 226 en el Colegio Electoral, 52 contra 44 en el Senado, y 209 en contraste con 191 en la Cámara de Representantes. Las cifras electorales también señalan que Trump obtuvo la mayoría del voto popular (50.8% versus 47.5% de Kamala); de esta manera, Donald Trump hará historia y se convertirá en el primer republicano en ganar el voto popular desde el 2004.
Más allá de los resultados electorales, la victoria aplastante de Trump marcará un hito significativo tanto al interior de los Estados Unidos como en la vida del mundo entero.
Para los integrantes del Partido Republicano, el triunfo de Trump conlleva una menor influencia de los sectores tradicionales, y una mayor ascendencia e importancia de los partidarios del nuevo presidente estadounidense; es decir, que al interior del partido y del gobierno se producirá un reacomodo de fuerzas y posiciones de poder, impulsado por los grupos y personajes más cercanos al nuevo gobernante estadounidense.
Para los integrantes del Partido Demócrata, los resultados electorales son el comienzo de un profundo examen de sus estrategias y posiciones políticas, con miras a obtener un mejor resultado en la próxima contienda presidencial. Los demócratas han perdido influencia entre los votantes afrodescendientes y latinos, lo mismo que entre los trabajadores de las principales industrias del país y entre las organizaciones sindicales que los representan. Para las fuerzas y entidades conservadoras de Europa y Latinoamérica, la conquista del poder por sus homólogos de los Estados Unidos significa un nuevo impulso y respaldo a sus posiciones y actividades políticas. Los gobiernos de Argentina y de Ecuador resultarán muy beneficiados.
Para los gobiernos de izquierda del mundo entero, lo ocurrido en Estados Unidos no solo es inquietante sino que también digno de alarma, ya que les impone reexaminar sus políticas externas y valorar la calidad de sus alianzas y relaciones diplomáticas. Gobiernos como los de Venezuela y Nicaragua afrontarán crecientes y nuevas dificultades para sus quehaceres domésticos.
En cuanto a la situación geopolítica del mundo, la asunción y el ejercicio del poder de parte de Trump puede implicar un rápido desenlace de los conflictos bélicos en Ucrania y el Medio Oriente. No es de esperar que Trump prive de ayuda a los israelitas, pero puede suspender toda colaboración en favor de Ucrania y de la misma OTAN.
En cuanto a Honduras se refiere, los cuatro grandes temas sobre el tapete de negociación con el nuevo gobierno estadounidense se vinculan con: 1) Migración; 2) Narcotráfico; 3) Comercio; y, 4) Ayuda para el desarrollo.
El gobierno hondureño necesita revaluar su postura respecto a: 1) La denuncia del Tratado de Extradición con los Estados Unidos; 2) El retiro del país del mecanismo de arreglos de disputas comerciales internacionales conocido como CIADI; y, 3) Su apertura comercial y diplomática con China.
En resumen, el triunfo de Trump le moverá el petate tanto a sus compatriotas estadounidenses como a los gobiernos del continente americano.