Las crisis superpuestas causadas por la falta de calidad representativa de todos los partidos políticos de Honduras, sean de centro, izquierda o derecha han deteriorado la confianza en todo y en todos; disminuido la democracia, conspirando y realizando fraudes electorales; pisoteando los derechos humanos especialmente de la niñez; detenido drásticamente el desarrollo y progreso económico y por supuesto el bienestar social; violado la constitución y sus leyes fracturando el Estado de derecho y toda la institucionalidad pública y privada; robo permanente del tesoro del Estado; estableciendo peligrosamente la época cultural de la corrupción narcotráfico y del crimen organizado.
Además, la corrupción en el actual gobierno melista causa la falta de transparencia en la información sobre la utilización de los fondos públicos y de los procesos de decisión, poca eficiencia administrativa del Estado y ahora, los rumores de la creación de un ejército paralelo al de las Fuerzas Armadas de Honduras.
La ciudadanía demanda urgentemente un cambio generacional de políticos, pero no se trata de cambio de caras y/o edad y si, cambios de personas cargados de valores morales, éticos y profesionales que garanticen la eficacia competitiva. Necesitamos políticos que contribuyan a la transición, al cambio de época, dejando atrás el modelo de la corrupción y estableciendo el de los valores morales. Necesitamos políticos con la capacidad de promover, cambiar, adaptar y sostener en el tiempo el cambio moral social, un cambio cultural que permita a nuestros niños y niñas diferenciar entre lo bueno y lo malo, lo correcto e incorrecto, lo justo e injusto.
Los niños y niñas actualmente tienen fácil acceso a los medios de comunicación, a la información cotidiana del país y del mundo en general, donde pueden tomar conocimiento de una serie de actos de corrupción cometidos por políticos y funcionarios públicos, muchos de los cuales no son sancionados según la ley o quedan impunes. Con la información que las niñas y niños reciben cotidianamente son capaces de percibir su realidad, asimilar y después llevar a cabo en sus propios actos, que vendrían a ser únicamente una repetición de modelos aprendidos.
Lamentablemente, en esta época de corrupción, escuchamos decir que los políticos y funcionarios corruptos debido a su destaque en la maldad y no tener problema alguno, son inteligentes, les admiran los bienes mal habidos. También reluce la perversa frase: “Robó, pero hizo obras”, definitivamente se debe eliminar este cáncer de corrupción,
Finalmente, si comparamos entre la real actividad de la clase política hondureña y el mundo cinematográfico orientado a producir películas sobre el crimen y la mafia, en la entrega de premios, el Oscar lo gana la clase política de Honduras. ¿Por qué?, porque solo es ver quienes se encuentran en prisión: expresidente de la República, diputados, alcaldes, funcionarios, militares, policías, empresarios, esto más, condenados por la justicia extranjera. Queda planteado.