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Viaje sin retorno, la tragedia de San Antonio

Un camión abandonado bajo el implacable sol abrasador de Texas, que transportaba varias docenas de cuerpos. Fuera de San Antonio, el descubrimiento del camión por parte de las autoridades estadounidenses llegó demasiado tarde para la mayoría de los ocupantes mientras lamentamos el día más mortífero en la historia reciente de los movimientos migratorios desde el sur hacia los Estados Unidos.

Al menos 53 personas, hombres y mujeres jóvenes, de México, Honduras, Guatemala y El Salvador fueron víctimas de las condiciones inhumanas dentro del camión, ni siquiera los animales son transportados en condiciones tan indignas. Lamentamos especialmente a los al menos 14 hondureños que fallecieron en este Viaje sin retorno, la tragedia de San Antonio último viaje. Se llevan a la tumba sus sueños de un futuro mejor, dejando atrás a familias en duelo.

Esta tragedia es dolorosa por varias razones. Sobre todo, ya que se trata de muertes que habrían sido demasiado evitables. En última instancia, está la crueldad de los traficantes de personas, quienes supuestamente no sabían nada sobre el sistema de aire acondicionado defectuoso.

Sin embargo, la tragedia empezó mucho antes. Cuando los jóvenes, algunos con buenos conocimientos de inglés y formación universitaria, deciden abandonar su país y asumir grandes riesgos y costes, ya es demasiado tarde.

Está claro que todos los días mueren personas en el camino de Centroamérica a los EUA, en México están expuestos a pandillas criminales y al crimen organizado, ya sea a pie o en el tren, sin ningún tipo de protección. Se convierten en víctimas de asaltos, extorsiones, secuestros y violencia sexual.

Según las estadísticas, uno de cada cuatro hondureños es víctima de un delito durante la migración, el año pasado, según la ONU, murieron 650 personas en la zona fronteriza. El terrible suceso de San Antonio intensificó aún más el ya acalorado debate político sobre la migración en los EUA.

Sería importante que los muertos en San Antonio no sean mal utilizados para la retórica política, sino que realmente sirvan como un incentivo para soluciones humanas y efectivas.

Se lo debemos a todos los que perdieron la vida en ese camión traicionero al menos para evitar que algo así vuelva a suceder. Se necesitan mejoras sistémicas en el lado estadounidense para verificar las solicitudes de asilo más rápidamente o para permitir que las personas calificadas obtengan permisos de trabajo.

El hecho es que las economías de varios estados de EUA ya colapsarían sin los trabajadores de América Latina. Al mismo tiempo, es necesario reforzar los controles estatales a lo largo de las rutas migratorias, precisamente para evitar que personas inocentes se conviertan en víctimas del crimen.

Se necesitan opciones de migración legal y, al mismo tiempo, se deben combatir las opciones ilegales. Fundamentalmente, se necesitan perspectivas para América Central. Nadie deja atrás a la familia, los amigos y su propia patria a la ligera. La sensación de estar con los pies en su tierra, de saber “de aquí vengo”, nadie la abandona fácilmente.

Solo cuando prevalece la inseguridad física y económica y una visión sombría del futuro, las personas toman esta drástica decisión. Para la mayoría no hay nada mejor que construir una vida en su patria, formar una familia y tener éxito profesional.

Los diez millones de hondureños merecen que su país sea un lugar de oportunidades y un país del que puedan estar orgullosos. Para lograrlo se necesita un trabajo en equipo nacional e internacional.