El tiempo es felicidad, satisfacción, decepción y agitación condicionado a la capacidad para hacerlo productivo si se sabe administrar adecuadamente. El pasivo no se arrepiente de las oportunidades perdidas, ignora las glorias de ayer y acepta que todo pasado fue mejor, haciendo que actitudes, acciones y problemas definan una pobre respuesta postergando por incapacidad y desconocimiento, las decisiones correctas. Especula posibilidades en imaginados escenarios sin hacer nada para triunfar y se deja abusar, aumentando la pasividad personal y colectiva.
Potenciar el recurso tiempo es construir para mañana, es modificar la conducta de interrelacionarnos como personas.
Ser activos con el pasado es tenerlo de reserva para superarse descalificando yerros que impidieron prepararnos para hoy y mañana. La historia interpersonal y el tiempo no son determinantes porque no niegan la influencia personal ni la atribuyen a la fuerza de los motivos. Por tanto, el presente resulta de lo que hicimos cuando nos capacitamos para cumplir modificando hábitos y revirtiendo condicionamientos arrastrados del ayer. Estar preparado y concentrado en el que hacer positivo permite un presente estable. ¿Y qué del futuro?, depende si aprendimos y lo aplicamos, si identificamos las necesidades y posibilidades y si contamos con la preparación para saber escoger nuestro entorno para consolidar esa visión clara de amistad y colectividad, satisfactoria y productiva.
El bienestar futuro no se logra esperando una oportunidad para asaltarla y hacerla nuestra, se procura para conducirnos correctamente, es unirse a los buenos para vencer y no declararnos triunfadores porque medianamente nos orientamos por el camino correcto. Para caminar seguro, hay que mantener la marcha firme y no rastrera, para que el resultado sea permanente y no desilusione por el resplandor de la notoriedad transitoria.
El hombre tiene debilidades, entendidas estas como agotamiento, decaimiento y pusilanimidad, ¿quieren más?, apatía, cobardía, inconsistencia y flojedad que logran un efecto perjudicial en cualquier relación privada o pública que tenga la persona que los posee. Si sumamos las limitaciones como reducir, ceñir, coartar, condicionar y también como obstáculo, barrera, traba, impedimento y restricción, entonces nos encontraremos con alguien pletórico de rasgos que lo hacen símbolo inequívoco de mala relación, pésimo entendimiento y desastrosos resultados cuando se le permiten espacios sin objeciones.
Lo malo no es tanto que lleguen a ocupar un cargo desde donde puedan dañar sino que al no tener capacidad reflexiva el poder los desquicia sin hacerlos entrar al redil de la conciencia y la equidad. No hacen porque no saben hacerlo, postergan para obtener cansancio o abulia, que también abunda en los perjudicados que se dicen víctimas del sistema, no del que lo abusa. Priva en ellos la desorganización y total desentendimiento, enfrentando los cuestionamientos y exigencias con un lenguaje incoherente pretendiendo distraer su inacción por incapacidad. Entre más abrumadora es la tarea, mayor será la complejidad del laberinto en que entran sin encontrar por dónde iniciaron ni conocer la salida. Olvidan que no hay peor resultado que ninguno.
Si conocemos a alguien con poder con esas debilidades y limitantes, hagámoselas saber, insistiendo que debe escuchar y entender los buenos consejos. Si no sabemos de nadie tan débil ni limitado, no vivimos en Honduras ni la queremos. ¿Decidimos hablar o preferimos callar?