Opinión

Decisiones arriesgadas

Los temores de la derecha lograron sacar del camino a quien veían como una amenaza para el futuro de Colombia: el alcalde de Bogotá Gustavo Petro.

La actitud particularmente arrogante de Petro, su ausencia de diálogo y concertación y la que consideran sus enemigos como una mala gestión al frente de la alcaldía de Bogotá, fueron en conjunto los peores enemigos del exguerrillero, quien militó en las filas del M-19, grupo rebelde que entregó las armas en 1990.

Estas manchas oscuras de Petro al frente de la administración de la capital colombiana, actuando de forma arbitraria y radical, hicieron mojar los pantalones de muchos burgueses, porque lo veían hacia el futuro mandando el país entero como Presidente de la República.

Es probable que el más grande temor haya sido la amistad que Petro tuvo con Hugo Chávez y su simpatía por el chavismo.

No tengo la certeza de que Petro representara un peligro para Colombia, mucho menos con unas fuerzas militares que protegen y trabajan para la ultraderecha y tal vez no hubiesen permitido que este líder de izquierda gobernara de forma totalitaria como el chavismo en Venezuela. Aunque vale la pena recordar que el ejército colombiano tiene una fuerte vocación democrática.

Hay varios sabores amargos que están sobre la mesa: el primero es quién y por qué lo destituyen. La decisión la tomó Alejandro Ordóñez, el Procurador General, un personaje de extrema derecha y con ciertos matices de inquisidor y fanático religioso. Otro sabor amargo es el pretexto que usaron para destituirlo, “por irregularidades en el sistema de recolección de basuras”. Esto fue una trama premeditada, porque Petro pretendía desprivatizar el servicio de basuras, monopolizado por empresarios corruptos, algunos de ellos son los mismos que han robado por años las arcas del Estado. Fueron tan maliciosos que boicotearon el plan de Petro, dañaron camiones recogedores de basura y generaron un caos sanitario en Bogotá.

Enfrentarse a esa camarilla de deshonestos e inmorales fue otro pecado de Petro, pero él es así, radical en sus decisiones y eso se convirtió en un lastre más.

Lo irónico de esta calamidad política es que el M-19 nació a raíz del fraude electoral en las elecciones del 19 de abril de 1970, cuando le arrebataron la presidencia al exdictador el General Gustavo Rojas Pinilla, dándole el poder fraudulento a Misael Pastrana Borrero, padre de quien también fue presidente Andrés Pastrana.

Este precedente de tirar a la calle al exguerrillero Petro, sin lugar a dudas pondrá en alerta a los negociadores de las FARC en La Habana. Es extraño que Juan Manuel Santos haya tomado la decisión de firmar la destitución, porque con este antecedente los insurgentes que dialogan en Cuba no confiarán en la clase dirigente para, una vez firmen un acuerdo de paz, constituir un movimiento político.

El caso Petro será estudiado en el futuro como una aberración jurídica y hasta política. Estas decisiones absurdas de la derecha son las que hacen crecer a una izquierda que se vuelve vengativa, resentida y perniciosa para los países de América Latina, adueñándose del poder con el fin de gobernar como dictadores.