El mundo se muestra horrorizado con las nuevas políticas de “tolerancia cero” impulsadas por el gobierno del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
En su afán por parar la migración ilegal hasta su territorio, el gobernante estadounidense parece no haber medido las consecuencias de sus actos y ha ordenado ejecutar una acción en contra de los inmigrantes, a todas luces inhumana.
Trump ha pedido que se separe a todos los adultos que llegan a la frontera sur de su país, de los niños que les acompañen. Desde mayo, cuando entró en vigor la medida, más de 2,000 niños y niñas migrantes han sido separados de sus padres, denuncian los organismos de defensa de los derechos humanos. La red consular de Honduras en Estados Unidos ha informado que más de 187 familias hondureñas han sido separadas y en consecuencia 200 niños no están con sus padres.
Las voces de protesta no se han hecho esperar. La ex primera dama Laura Bush y la esposa de Trump, Melania, han expresado su oposición a la medida. “La señora Trump odia ver a los niños separados de sus familias (...) Ella cree que tenemos que ser un país que siga todas las leyes, pero también un país que gobierne con corazón”, dijo la portavoz de la primera dama, Stephanie Grisham.
El canciller de México, Luis Videgaray, se dice respetuoso de las decisiones de EE UU, pero no ha dudado en calificar la “tolerancia cero” de Trump como “una política cruel y degradante”.
Este es un drama que no debe continuar, ha planteado por su parte el mandatario hondureño Juan Orlando Hernández a funcionarios estadounidenses con los que se ha reunido esta semana en Washington.
Pero eso no es suficiente. Se debe actuar con más firmeza y tomar acciones internas que generen oportunidades de mejor vida para todos aquellos ciudadanos que por la falta de oportunidades arriesgan sus vidas, y las de sus familias, huyendo del país de la desesperanza que los vio nacer para ir en busca del mal llamado “sueño americano”, que arrebata la vida de miles de compatriotas a lo largo del tedioso camino que les lleva, según ellos, a la prosperidad.