l mundo está en alerta por el aparecimiento en la ciudad china de Wuhan de una nueva cepa de coronavirus de la familia del SARS (Síndrome Respiratorio Agudo y Grave, por sus siglas en inglés). El virus -que fue identificado por primera vez el 9 de enero pasado- se ha expandido rápidamente por Asia y ya se anuncia su posible llegada a América. En Estados Unidos, México, Brasil y Colombia se da seguimiento a casos sospechosos de la enfermedad, que en China ha dejado hasta ahora 17 muertos.
En Centroamérica, y por supuesto en Honduras, la noticia está siendo seguida de cerca por las autoridades sanitarias, que han activado los protocolos de alerta para la detección temprana de posibles casos.
De esta enfermedad se sabe que sus síntomas son muy similares a los de un resfriado común: dificultad para respirar, fiebre, tos y dolor muscular, y que suele transmitirse a través del aire (cuando una persona contagiada tose o estornuda), por el contacto personal con alguien que tenga el virus al tocar o estrechar las manos y por tocar un objeto o superficie infectada con el virus y luego pasar las manos por la boca, nariz u ojos antes de lavarlas. Para prevenir su contagio, las autoridades recomiendan a la población: lavarse bien las manos, hacerlo de manera frecuente, evitar tocar los ojos, la nariz y la boca sin haberse lavado las manos y evitar el contacto cercano con personas que puedan estar infectadas.
Cada una de estas recomendaciones debe ser tomada en cuenta al pie de la letra, principalmente por las poblaciones de países como Honduras, que se enfrentan diariamente a otras epidemias que amenazan la salud y la vida de sus habitantes.
Esperemos que este virus no llegue al territorio nacional, pero también que las autoridades estén atentas y activen a tiempo los protocolos de prevención e información de este nuevo mal. Que no pase como con el dengue, que a pesar de ser una enfermedad prevenible se desatendieron los protocolos de prevención y atención, y sigue causando dolor y muerte en el territorio nacional.
