Escuchar a los médicos pedirle al Sistema Nacional de Gestión de Riesgos (Sinager) que controle la circulación de las personas para detener la actual ola de contagio del covid-19, pues en las salas de cuidados intensivos de los hospitales públicos ya no hay cupo, es alarmante y requiere de una
respuesta inmediata.
Esta es una situación que ya se veía venir y no se hizo nada para prevenirla. Una vez que el Sinager —argumentando el impacto de los fenómenos tropicales Eta y Iota— flexibilizó las medidas de circulación por dígito, la población se lanzó a las calles durante las fiestas de fin de año.
A la irresponsabilidad de las personas de no cuidar su propia salud se sumaron las acciones de los centros comerciales, de los mercados, de los taxis y buses del transporte urbano e interurbano de no seguir disciplinadamente las medidas de bioseguridad, y de no
hacerlo todavía.
Ante el claro relajamiento, los médicos alertaron de las terribles consecuencias. Ahora los triajes y los hospitales están abarrotados, no hay cupo para los pacientes covid, evidenciando una vez más el mal manejo que el gobierno ha venido realizando de la crisis sanitaria.
Mientras en los vetustos hospitales del país el personal sanitario lucha contra el desbordamiento del contagioso y letal virus, sobre la entrada en funcionamiento de los sobrevalorados hospitales móviles nadie sabe nada.
Como si esto fuera poco, no escuchar la solicitud de apoyo que pide al Sinager el personal sanitario que está en la primera línea del campo de batalla sería abandonarlo en el frente, desvalorizando su vida y la vida de miles
de hondureños.
Nadie quiere volver a un confinamiento, pero ante el llamado de los médicos, que en esta pandemia ya han puesto 62 muertos, las autoridades deben reaccionar; por otro lado, la ciudadanía debe comportarse responsablemente para evitar contagiarse.