Despedimos estos doce meses cargados de tensiones e incertidumbres para iniciar el 2018 meditando en la imperiosa necesidad de mirar hacia adelante para hacer frente a múltiples desafíos, individuales y colectivos, que deben encontrarnos inmersos en un ambiente de paz y concordia, sin triunfalismos ni prepotencias.
Por el contrario, con humildad y deseo de renovación, concluyendo que somos capaces de rectificar errores para aprender de ellos y derivar conclusiones que beneficien equitativamente a todas y todos los que habitamos Honduras.
Nuestros compatriotas residentes en Estados Unidos acogidos al TPS deben estar preparados para la no renovación de este programa que les ha permitido trabajar legalmente y poder apoyar económicamente a sus familiares mediante el envío de remesas que apuntalan significativamente la economía nacional. Y el gobierno y la empresa privada deben, desde ahora, crear un ambiente de oportunidades que permita su armoniosa reinserción tras su retorno.
El país logró un crecimiento económico positivo durante estos doce meses, aumentando y diversificando las exportaciones y los socios comerciales, gracias a la confianza otorgada por inversionistas nacionales y extranjeros. Ese impulso sostenido debe contar con un marco legal y social tal que otorgue suficientes garantías a quienes arriesgan sus capitales esperando encontrar suficientes garantías jurídicas, mano de obra calificada, servicios públicos eficientes e infraestructura óptima.
El frágil sistema democrático que vivimos, lejos de ser saboteado, debe ser fortalecido superando sus fallas estructurales para perfeccionarlo, con un desarrollo humano compartido y sostenible.
Invitamos a la población a disfrutar esta última noche del año en recogimiento y armonía familiar, encontrando tiempo para realizar un autoexamen y formular propósitos y metas para el 2018 adoptando estrategias que faciliten su cumplimiento efectivo