La Secretaría de Educación inició hace varios años las pruebas nacionales de rendimiento académico en español y matemáticas, en las que se invierten varios millones de lempiras. Estas pruebas, que se aplican a estudiantes y docentes, tienen como objetivo conocer las debilidades en el proceso de enseñanza aprendizaje y crear estrategias que busquen mejorar la calidad educativa en las aulas.
La evaluación está valorada en 500 puntos y la mayoría de los alumnos evaluados no superan los 300, según la cantidad de respuestas contestadas y acertadas, lo que significa que la mayoría están en un rango entre 200 y 299 puntos. En los últimos tres años el nivel promedio de satisfacción de español fue del 50% y el de matemáticas de tan solo un 30%, lo que indica “que deben mejorar”. Pero, en base a esos resultados, surgen las preguntas: ¿quiénes deben mejorar?, ¿los alumnos?, ¿los maestros?, ¿el sistema? Las respuestas seguramente ya están sobre la mesa de quienes tienen en sus manos gerenciar el sistema de educación en Honduras. Ellos ya deberían tener las primeras líneas de acción para comenzar a replantearse los mecanismos de enseñanza de dos asignaturas que son vitales para el desarrollo de los educandos a lo largo de su formación académica, y de su vida.
Para nadie es desconocido que la cooperación internacional ha invertido por años muchos esfuerzos financieros y técnicos en estrategias para el mejoramiento de la calidad educativa en el país, pero el resultado de estas evaluaciones solo hace pensar que las mismas han sido un fracaso total. Es urgente, entonces, que se haga un alto y se comiencen a redefinir los métodos de enseñanza de estas y todas las asignaturas del curriculum básico. El país demanda una enseñanza de calidad que asegure que nuestros niños y jóvenes, al concluir con su formación académica, contarán con las herramientas para entrar a un mercado laboral altamente competitivo, porque como ya es de todos conocidos, solo así se logrará romper el círculo de la pobreza en la que viven un alto porcentaje de los alumnos que no tienen más opciones que educarse en la escuela pública.