Con la salutación a la Bandera Nacional inician hoy las celebraciones del mes de la Patria, en el que conmemoramos el Bicentenario de la Independencia de las cinco naciones centroamericanas de la Corona española.
Han pasado 200 años en los que hemos ido construyendo los cimientos de la nación que hoy tenemos y sobre los cuales debemos delinear el futuro que aspiramos para todos y cada uno de las y los hondureños, claro está, trabajando para corregir lo malo que se ha hecho y mejorar lo bueno.
Los tiempos actuales no son los mejores. Hoy enfrentamos la pandemia del covid-19 que nos golpea y nos roba las vidas valiosas de hondureños de todos los estratos sociales; que nos revela un sistema sanitario colapsado y un sistema de educación paralizado con consecuencias inimaginables para miles de niños, niñas y jóvenes que han quedado fuera de las aulas escolares y expuestos a una educación de muy baja calidad, y aunado a ello, los fenómenos meteorológicos que han golpeado al territorio nacional, las malas políticas administrativas, la corrupción, la impunidad, los incontrolables índices de violencia y delincuencia frenan el crecimiento económico de la Patria y acaban con los sueños de miles de ciudadanos que sobreviven entre la pobreza y la miseria.
Pero en medio de las vicisitudes queda la esperanza y la herencia de la lucha de los héroes nacionales que soñaron con una Patria de oportunidades, y que hoy, quienes aspiran a dirigirla, tienen la posibilidad de oro de empezar a construirla con el apoyo de todos y cada uno de los hondureños y hondureñas, sin distingo de colores políticos, raza, credo o condición económica. Es el momento, entonces, de comenzar a trabajar y dar pasos en firme hacia la construcción de la sociedad inclusiva en la que aspiran a vivir todos los nacidos en este terruño.
Han pasado 200 años en los que hemos ido construyendo los cimientos de la nación que hoy tenemos y sobre los cuales debemos delinear el futuro que aspiramos para todos y cada uno de las y los hondureños, claro está, trabajando para corregir lo malo que se ha hecho y mejorar lo bueno.
Los tiempos actuales no son los mejores. Hoy enfrentamos la pandemia del covid-19 que nos golpea y nos roba las vidas valiosas de hondureños de todos los estratos sociales; que nos revela un sistema sanitario colapsado y un sistema de educación paralizado con consecuencias inimaginables para miles de niños, niñas y jóvenes que han quedado fuera de las aulas escolares y expuestos a una educación de muy baja calidad, y aunado a ello, los fenómenos meteorológicos que han golpeado al territorio nacional, las malas políticas administrativas, la corrupción, la impunidad, los incontrolables índices de violencia y delincuencia frenan el crecimiento económico de la Patria y acaban con los sueños de miles de ciudadanos que sobreviven entre la pobreza y la miseria.
Pero en medio de las vicisitudes queda la esperanza y la herencia de la lucha de los héroes nacionales que soñaron con una Patria de oportunidades, y que hoy, quienes aspiran a dirigirla, tienen la posibilidad de oro de empezar a construirla con el apoyo de todos y cada uno de los hondureños y hondureñas, sin distingo de colores políticos, raza, credo o condición económica. Es el momento, entonces, de comenzar a trabajar y dar pasos en firme hacia la construcción de la sociedad inclusiva en la que aspiran a vivir todos los nacidos en este terruño.