Es el colegio más emblemático de Honduras. Por sus aulas han pasado estudiantes de todos los estratos sociales del país, muchos de los cuales llegaron a ocupar los cargos más importantes de la administración pública y privada. Uno de ellos fue el presidente constitucional Carlos Roberto Reina (1994-1998).
El colegio fue fundado, en la administración de Marco Aurelio Soto, el 13 de agosto de 1878 bajo el nombre de Colegio Nacional de Segunda Enseñanza. Era un proyecto piloto de educación que funcionó en la planta baja de la Facultad de Derecho de la UNAH en el parque La Merced, en el centro de Tegucigalpa. En 1969 pasó a llamarse Instituto Central Vicente Cáceres, en honor a uno de los educadores más destacados de Honduras por su pasión a la enseñanza y su compromiso con la juventud que formaba, a la que llamaba constantemente a buscar la superación como valuarte de la patria. Hoy, 140 años después el Instituto Central sigue esforzándose por ser el colegio referente de las nuevas generaciones de estudiantes, aunque la lucha no ha sido fácil. La celebración de este nuevo aniversario les encuentra en momentos de grandes retos y desafíos, en momentos en los que se ha visto golpeado por la desatención gubernamental y la ola de inseguridad y violencia que afecta al país y que ha llegado hasta los patios del centro educativo.
Siete estudiantes perdieron la vida violentamente entre 2014 y 2018, incluso, a principios de año varias de las cafeterías cerraron sus puertas porque los extorsionadores ingresaron al centro de enseñanza para cobrarles el mal llamado impuesto de guerra. En el aspecto administrativo, la situación es precaria, dicen sus autoridades. “No hay presupuesto ni para pagar aseadoras, actividades que en los últimos días han estado asumiendo los mismos estudiantes”. Pero los problemas no los amedrentan. A lo largo del día celebraron su cumpleaños como se debe. Con la alegría propia de la juventud y la esperanza de que vendrán tiempos mejores, y que el abandono en que ahora se encuentran solo será un mal sueño, una pesadilla a olvidar, para centrarse en la formación integral de la juventud hondureña, con las competencias y habilidades que demanda el mercado laboral de hoy en día, y que les permita dar un paso hacia nuevos estadios de vida.