Editorial

Enrique Aguilar Paz Cerrato

Será recordado, sin duda, por su integridad, honestidad, su capacidad profesional e inmenso amor a Honduras, la patria que le vio nacer y morir, y por la cual luchó permanentemente desde todas y cada una de las posiciones que desempeñó a lo largo de su vida.

Su muerte causa un profundo sentimiento de pesar entre familiares, amigos, colegas y correligionarios que hoy recuerdan su constante trabajo por una Honduras inclusiva y sus invaluables aportes a la ciencia, la medicina, la literatura y la política.

Como diputado de la Asamblea Nacional Constituyente de 1980 promovió la inclusión, en la Constitución de la República, de la Declaración de los Derechos del Niño previo a la aprobación de la Convención en 1990 por la Asamblea de la ONU.

Fue en su gestión frente a la Secretaría de Salud entre 1972 y 1978, en la que se impulsó y aprobó la estrategia de Atención Primaria en Salud, reduciendo la morbilidad y mortalidad infantil de manera significativa. Fue también un abanderado de la política del Sistema Integral de Garantías de Derechos del Niño.

En su gestión se construyeron más de 200 centros de salud y 12 hospitales en diferentes zonas del país, incluyendo el Hospital Escuela.

El Partido de Innovación y Unidad Social Demócrata (Pinu-SD), del cual fue fundador y militante, lo postuló como su candidato presidencial para el período 1990-1994, para lo cual elaboró el plan de gobierno “Opciones Estratégicas para el Desarrollo Nacional”.

A la literatura le aportó la biografía de su padre Jesús Aguilar paz, autor del Mapa General de Honduras, intitulada “El alquimista de Gualala”. Además fue un devoto morazanista, aportando a su estudio el ensayo “El otro Morazán: El desconocido”.

Su legado queda a la espera de que las nuevas generaciones encuentren en su trabajo y perseverancia un ejemplo a seguir en el camino de construir una Honduras más solidaria y de oportunidades para todos sus hijos e hijas.