El anunciado fracaso de la licitación para la construcción de una cárcel en las Islas del Cisne debería representar para las autoridades hondureñas un espacio de reflexión sobre la conveniencia o no de construir el centro penal en ese lugar.
Al proyecto se oponen pobladores del departamento de Gracias a Dios, grupos defensores del medio ambiente, académicos, quienes con base en sus estudios e investigaciones aseguran que el proyecto no es viable desde el punto de vista geológico, atmosférico, ambiental y económico.
La experiencia indica que estos proyectos en países como Estados Unidos, México, y más cerca de nosotros, Costa Rica, han sido cerrados por los altos costos de mantenimiento que representan a sus gobiernos. El Estado mexicano dijo que en su caso erogaban un mínimo de 4,000 dólares por interno al mes.
No vendría mal que las autoridades retomaran el análisis de este tema y que teniendo sobre la mesa las consideraciones ya planteadas, reconsideren su posición.
Abrir un gran diálogo alrededor del tema sería bien recibido por quienes han expresado sus inconformidades con el proyecto, pues el éxito o fracaso de las políticas de seguridad del actual gobierno no debería depender de la construcción o no de la cárcel en las Islas del Cisne.
El analista Olban Valladares escribía en su columna de diario EL HERALDO hace unas semanas que es irresponsable ignorar el rechazo popular y el cuestionamiento técnico de expertos en materia ambiental y de economistas calificados que advierten sobre los altísimos costos de operación y de construcción de infraestructuras colaterales que la economía famélica de Honduras no permite asumir.
“Errar es de humanos, reflexionar es de sabios”, escribió Alexander Pope, uno de los poetas más importantes de la literatura inglesa del siglo XVIII, en su libro “Ensayo sobre la crítica”.