Ciertamente el tiempo establecido para la propaganda de los partidos políticos fue poco sustanciosa en lo que a planes de gobierno se refiere y más bien fue empleado por algunos sectores para desacreditar el proceso, anticipando temerariamente un fraude electoral.
Si acaso hubiese fundamento para el miedo, para la manipulación, para esa derrota anticipada que han mostrado algunos de los contendientes, hay que recordar que los ojos del mundo están sobre Honduras. Que en nuestro país se encuentran observadores de la OEA, Estados Unidos, la Unión Europea, América Latina, etc. ante quienes esperamos dar ejemplo de civismo y democracia.
Pero sobre todo, son los hondureños los primeros interesados en hacer valer su elección en las urnas. Y esa elección consciente, independiente, patriota, responsable, debe estar basada en esas propuestas que, aunque escasas, son las que retratan a quienes aspiran a dirigir, o seguir dirigiendo, los destinos de nuestro país.
Por eso es importante dedicar el tiempo que falta para reflexionar sobre los planes de gobierno que continuarán difundiéndose lo que resta de la semana a través de los medios de comunicación. Cada uno de los hondureños aptos para votar debe aprovechar esta última etapa para valorar las propuestas y decidir si se vota por una Honduras de esperanza o una Honduras que sucumba al caos y a la anarquía.
Y si bien los políticos no han atendido las urgentes necesidades de los hondureños, es la democracia política el sistema que le permite al ciudadano con su voto ir construyendo su futuro. Aquí cerca, en la América de Bolívar y de Valle hay ejemplos evidentes de modelos fallidos.
Estos días que faltan para el ejercicio del sufragio son un espacio valioso para que cada hondureño medite sobre el poder que tiene en sus manos.