La conflictividad política que se arrastra desde las elecciones internas del 9 de marzo pasado ha opacado decisiones de interés público como las alertas por incendios forestales emitidas por las autoridades de la municipalidad capitalina ante la llegada del inclemente verano.
Las autoridades distritales reportan entre cinco y siete incendios forestales al día, solo en la capital, lo que les ha obligado a decretar alertas preventivas para mantener en vigilancia la ciudad, pero especialmente aquellos sectores que previamente se conoce tienen material vegetal suficiente para convertirse en combustible y propagar incendios forestales.
Acciones que sin duda se aplauden, pero que se quedarían cortas sin el apoyo de la ciudadanía, que juega un papel primordial en este proceso, ya sea con acciones que a veces parecieran inofensivas como hacer fogatas y quemas al aire libre o lanzar colillas y vidrios en áreas boscosas, o reportando oportunamente el inicio de estas conflagraciones con el fin de que el personal competente pueda frenar su expansión.
No podemos obviar que hoy día el cambio climático genera condiciones para la rápida propagación de este tipo de siniestros, que en los últimos meses, por ejemplo, nos han dejado imágenes dantescas en varias ciudades de Estados Unidos y otros países del globo terráqueo. Tampoco olvidar que hay seres humanos que conscientemente meten fuego a los bosques con fines aviesos.
Todos debemos tomar conciencia de que la prevención es la mejor estrategia para preservar nuestros recursos naturales y minimizar el impacto de estos siniestros que no solo destruyen anualmente miles de hectáreas de bosques a nivel nacional, sino también impactan el medio ambiente, la calidad del aire que respiramos, la destrucción de las fuentes de agua, la actividad económica, la salud de la población y daños devastadores a la fauna, entre otros.