Se ha vuelto común ver y escuchar a pacientes de los hospitales públicos, e incluso, del Seguro Social, llorar por una cita o por los medicamentos que necesitan para atender su salud. Un padre clamaba el fin de semana por ayuda para ir a El Salvador a buscar asistencia médica para su hija de tres días de nacida que requiere de una operación cardiovascular de urgencia, la que no pudieron hacer en el Hospital Materno Infantil porque el cardiólogo se iba de vacaciones.
Pero las denuncias son de todo tipo y van desde los malos tratos del personal de salud, incluidos los médicos, hasta la falta de equipo médico quirúrgico, gasas, pinzas, entre un sin fin de necesidades.
Y como si fuera poco, a esos males se une las consecuencias que está dejando las constantes tomas de centros de salud y hospitales por parte de los activistas del partido Libre, aglutinados en los autodenominados colectivos, como medida de presión para lograr el nombramiento de sus activistas en la administración pública, el despido de los que no son de su agrado o el reintegro de quienes han sido despedidos.
“En efecto, están retrasando el sistema sanitario al dejarnos sin equipamiento e insumos, ya que según tengo entendido, los colectivos tienen cerrados los almacenes, lo que impide que recibamos los suministros necesarios”, dijo a EL HERALDO una autoridad de un centro de salud del Distrito Central (que por temor a las represalias, pidió no ser identificado), ante la toma que los colectivos tuvieron por un mes en las oficinas administrativas de la Región Metropolitana de Salud.
Las autoridades reconocen estar atemorizados por los activistas políticos de Libre “porque si hablamos corremos el riesgo de que nos cierren el centro de salud (...) y nos caigan a golpes”.
La crisis se agudiza día con día ante la apatía de quienes están llamados a atenderla de inmediato y de la misma sociedad que muchas veces tiende a ver como normales los reclamos de la gente más necesitada, ante lo cual no se puede seguir de brazos cruzados. Se tienen que tomar acciones urgentes porque es la vida de miles de hondureños la que está en juego.