Honduras está de luto, 27 de sus hijos han fallecido tras el naufragio de la embarcación pesquera Capitán Waly, ocurrida el miércoles en aguas del mar Caribe. Las Fuerzas Armadas de Honduras dijeron que otras 55 personas fueron rescatadas y que hay al menos seis desaparecidos. Las víctimas son hombres, originarios del departamento de Gracias a Dios, que estaban iniciando la época de pesca, la única actividad económica
de la zona.
Lo sucedido en La Mosquitia desnuda una vez más la crítica situación que viven los pobladores de una de las regiones más olvidadas y pobres de Honduras; una región en la que la falta el empleo y la pobreza campea a sus anchas, lo que parece no importar al gobierno y mucho menos a los políticos que marcan las pautas del país desde sus cómodas oficinas con aire acondicionado en la capital hondureña.Es, precisamente, la falta de empleos dignos que obligan a los residentes a “buscar en el mar” la subsistencia diaria y arriesgar sus vidas en actividades que realizan sin contar con los mínimos requisitos de seguridad, según denuncias de organismos privados que conocen hace años la calamitosa situación de centenares de personas que terminaron lisiados por la práctica del buceo.
Esta es solo una arista de la grave problemática económica, social y de seguridad, en una región asaltada por redes de traficantes de drogas que han sembrado la violencia en las empobrecidas comunidades.
Esta tragedia que hoy golpea la conciencia nacional obliga al Estado a volver la mirada a la región y comenzar por ordenar una investigación para determinar la causa de la tragedia; ser garantes de que esta actividad continuará ejecutándose bajo la observancia de los requisitos de seguridad que establecen las leyes de la república, y definir, de una vez por todas, políticas de atención a cada uno de los problemas de la histórica y abandonada región.