Editorial

Niños, el rostro doloroso de la migración

En su edición de ayer, EL HERALDO ha contado la historia de “Alicia”, una pequeña de tres años que sus padres traen consigo desde Venezuela, la tierra que les vio nacer pero que no les dio la oportunidad de desarrollarse y más bien los orilló a ir a buscar las oportunidades negadas a otros lados.

A su corta edad, “Alicia”, sin saberlo, ha estado expuesta a los más crueles e inhumanos tratos, ha cruzado peligrosas selvas, ciudades hostiles, padecido hambre, se ha enfermado y no ha tenido acceso a un centro de salud ni a médicos.

Esta pequeña venezolana representa a miles de niños y niñas que al igual que ella son llevados por sus padres en la peligrosa ruta en busca del sueño de una vida digna.

A “Alicia” nuestro equipo periodístico la encontró en Trojes, El Paraíso, donde día con día se aglomeran centenares de migrantes de varias nacionalidades a la espera de un pase migratorio -que les cuesta 250 dólares- que les permita seguir su camino a Guatemala y México, con la esperanza de llegar algún día a los Estados Unidos.

Los adultos saben que el camino no es fácil, pero igual se arriesgan y con ellos llevan a sus niños, que en muchos casos les sirven de escudo y, en el caso de Honduras, les permiten seguir el camino sin pagar la multa que cobra el país por haber ingresado ilegalmente a su territorio.

Estos pequeños son la cara más dolorosa de la migración, ellos muestran en sus rostros el dolor, el cansancio y el sufrimiento. Pero lo más indignante es la indiferencia de las autoridades de sus gobiernos, que muy poco hacen para atender las demandas de sus poblaciones más pobres.

Mucho se habla en las mesas de diálogo entre funcionarios de los gobiernos, pero poco se hace para atacar las causas de la migración, que siguen tan vivas en todos los países expulsores de migrantes.