Los diputados tienen más de un mes de no trabajar. Las razones son muchas, pero resalta la incapacidad manifiesta del presidente del Congreso Nacional, Luis Redondo, de tender puentes de diálogo con las bancadas opositoras alrededor de temas de interés nacional.
En las últimas semanas, ha sido notoria la falta de acuerdos sobre la aprobación del Presupuesto General de Ingresos y Egresos de la República para 2025, entre otras leyes de interés nacional, que duermen el sueño de los justos en las gavetas de los congresistas por la falta de consensos alrededor de las mismas y de los votos necesarios para su aprobación.
Y esta no es la primera vez que esto sucede. Ya en el año 2023 sumaron más de 129 días sin sesiones por la falta de consensos para el nombramiento de los nuevos titulares del Ministerio Público.
Estas y otras decisiones más han llevado a que el Poder Legislativo hondureño presidido por Redondo sea catalogado a nivel nacional e internacional como el más improductivo de la historia democrática.
Una vez más, la parálisis legislativa solo ha evidenciado la intolerancia al diálogo y la negociación entre las fuerzas políticas en él representadas, y la extrema polarización política que golpea desgraciadamente a una sociedad que demanda de sus representantes en los órganos del Estado consensos para buscar respuestas a los graves problemas sociales, así como la discusión y aprobación de leyes de interés nacional, que requieren del apoyo de todas las bancadas representadas en el Poder Legislativo, entre ellas las de protección social, de generación de empleo y de lucha contra la corrupción.
Como ya lo hemos expuesto en este espacio en ocasiones anteriores, es urgente que los diputados entiendan que la función legislativa es esencial para el funcionamiento del sistema democrático y el desarrollo de una sociedad justa y equitativa.