Editorial

Es una de las obras de ingeniería más ambiciosas que se han construido en la última década en Honduras.

La inversión ronda los 8,435 millones de lempiras (unos 350 millones de dólares), que están siendo financiados por el gobierno de la República Popular China, país con el cual no se tienen relaciones diplomáticas, pero que impulsa una agresiva campaña diplomática para estrechar sus relaciones con la región centroamericana.

La majestuosa obra está llegando a su fin a pesar de los obstáculos que pusieron en peligro su avance, como ser problemas en su planificación y ejecución, según lo establecido en un informe de auditoría del Tribunal Superior de Cuentas (TSC), y el atraso en el pago de las indemnizaciones a los propietarios de las tierras donde se construye.

Funcionarios de la ENEE han anunciado que la represa (construida por la empresa china Sinohydro) está avanzada en un 95% y que si no hay imprevistos, se inaugurará en el primer trimestre del año 2019, es decir ocho años después de que el entonces Presidente de la República, el nacionalista Porfirio Lobo Sosa, colocara la primera piedra.

Patuca III tendrá una capacidad instalada de generación de 104 megas de energía, lo que afianzará la participación de las fuentes renovables (62.1% en 2017) frente a las térmicas en el proceso de generación eléctrica. Su puesta en funcionamiento genera grandes expectativas en la población, principalmente del departamento de Olancho, que espera con ello que terminen los problemas de suministro que por años han enfrentado en esa región, pero también hace saltar muchas inquietudes, ya que la estatal eléctrica está inmersa en una profunda crisis marcada, entre otras cosas, por el desorden administrativo, el incumplimiento de metas de reducción de pérdidas, los elevados precios de la energía solar y el alto déficit financiero generado, entre otros, por los millonarios préstamos para la construcción de obras, entre ellos Patuca III. En medio de este panorama, solo se espera que lo costoso de la obra sea bien retribuido a un pueblo pobre que tendrá que destinar buena parte de sus ingresos para saldar la deuda adquirida, y que Patuca III sea un instrumento de desarrollo y afianzamiento de la endeble economía nacional.