Los hondureños conmemoramos hoy la épica gesta del primer héroe nacional, Lempira, el líder indígena que, cuenta la historia, fue designado para poner fin a las disputas intertribales y organizar la resistencia armada en defensa del pueblo lenca, su sociedad y forma de vida, amenazada de conquista y avasallamiento por la invasión española, en el marco de su expansión por Mesoamérica en búsqueda de riquezas y poblaciones indígenas para someter por la vía militar e ideológica.
De su gesta, el historiador nacional Mario R. Argueta ha escrito que en esa lucha estaba la permanencia o extinción de la libertad, identidad, patrimonios materiales y culturales que los españoles buscaban apropiarse para reducir a los habitantes originales de la nación hondureña a la esclavitud y servidumbre.
Agrega Argueta que solamente su muerte en combate posibilitó la capitulación indígena, su sometimiento y despojo.Nuestro Himno Nacional evoca esa epopeya: “Era inútil que el indio tu amado/ se aprestara a la lucha con ira/ porque envuelto en su sangre Lempira/ en la noche profunda se hundió;/ y de la épica hazaña, en memoria/ la leyenda tan solo ha guardado/ de un sepulcro el lugar ignorado/ y el severo perfil de un peñón”.
Los hondureños estamos hoy llamados a perpetuar la épica hazaña de Lempira, a no olvidarla, ya que la misma representó la oposición a la esclavitud y servidumbre por parte de nuestros ancestros.
Debemos enseñar a nuestros estudiantes la gesta de Lempira, su amor por la patria y su lucha inclaudicable en defensa de la soberanía nacional, de los recursos naturales; y a preservar la cultura, las tradiciones y el legado histórico de la etnia lenca y de cada uno de los pueblos originarios que han contribuido significativamente a la riqueza cultural y diversidad de nuestra Patria.