El anuncio de la Gerencia de Gestión Ambiental de la alcaldía del Distrito Central respecto a que se han iniciado diversas obras a fin de reforestar el cerro El Berrinche, con la cooperación de las Fuerzas Armadas y la ENEE, merecen publico reconocimiento.
Toda acción tendiente a dotar a Tegucigalpa y Comayagüela de áreas verdes, pulmones vegetales que contribuyan a mejorar los altos índices de contaminación ambiental prevalecientes, recuperen al menos parcialmente el fresco clima que antaño caracterizaba a este centro urbano, doten de oxigeno limpio a sus habitantes, debe ser respaldado y protegido, tanto por autoridades como por pobladores.
Una ejemplar iniciativa ciudadana fue la reforestación del cerro Triquilapa, iniciada por un grupo de vecinos de Suyapa, que durante años, gradualmente, fueron recuperándolo del abandono y reforestándolo, con lo que beneficiaron tanto a su comunidad como a zonas aledañas, mejorando el abastecimiento de agua y la calidad de vida. La posterior participación de la Alcaldía capitalina ha permitido secundar y ampliar tal desinteresada labor, modelo de cooperación entre particulares y autoridades.
Este ejemplo debe ser imitado por quienes radican en El Picacho, El Hatillo, el Parque Nacional La Tigra, zonas que anualmente son afectadas por pirómanos y la tala de árboles, rompiendo con ello el frágil equilibrio ecológico, destruyendo la flora y fauna, elevando las temperaturas ambientales, contaminando la atmósfera, además de poner en riesgo la vida del personal civil y militar que tiene a su cargo el control y la extinción de incendios forestales.
Todas y todos los que moramos en nuestra capital, debemos cuidarla y quererla, absteniéndonos de contaminarla, restaurando su Centro Histórico, hoy sumido en virtual abandono, sin contaminación física ni sónica. Una capital limpia, hospitalaria, acogedora, debe ser el propósito de todas y todos los que la poblamos y hemos hecho de ella nuestro hogar común