La Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) inicia hoy una semana crucial para la vida de miles de jóvenes que esperan retomar con normalidad sus actividades académicas.
Las clases en la UNAH se han visto interrumpidas por grupos de estudiantes encapuchados que desde hace varios años demandan su participación en los órganos de gobierno de la alma máter y, en las últimas semanas, en apoyo a los sectores sociales en contra de la privatización de los servicios de salud y educación.
El problema se agravó la semana anterior tras la grotesca invasión del campus de Tegucigalpa por parte de fuerzas policiales y militares, que dejó como saldo cuatro estudiantes heridos de bala y que puso en peligro la vida de miles de jóvenes, docentes y administrativos que estaban en el sitio al momento del ataque.
La UNAH había avanzado con la reglamentación de las elecciones estudiantiles e incluso se contaba con una fecha para realizar el proceso, pero este ha sido pospuesto por los intereses de personas y grupos que, a todas luces, juegan a imponer sus criterios a fin de seguir gozando de las prebendas que les da el poder.
Como se ve, el problema es sumamente grave y demanda del rector y su equipo rectoral, así como del resto de miembros de los organismos de gobierno, que se sinceren y asuman su responsabilidad en la crisis, y de allí definan acciones contundentes que tengan como norte garantizar a sus estudiantes los derechos a la educación de calidad que demandan los tiempos actuales.
Pero jamás deben olvidar que cualquier decisión que se tome afectará la vida de los estudiantes, por lo que ellos deben ser integrados plenamente a los procesos que se encaminen a buscar una solución permanente de la problemática, y que los líderes estudiantiles se integren y estén dispuestos a escuchar y plantear sus propuestas.
El país así lo demanda.