La incapacidad para construir caminos que lleven a un diálogo fructífero, en el cual prevalezcan los intereses del país, sigue evidenciándose en el Congreso Nacional en la falta de acuerdos para la aprobación del Presupuesto General de la República 2025.
Una vez más están prevaleciendo los intereses partidarios por sobre los de la nación en la búsqueda de consensos para la aprobación del documento, así como la incapacidad manifiesta de la presidencia del Congreso Nacional para generar los necesarios espacios de diálogo.
Imponer los criterios del oficialismo no es el camino correcto. Tampoco lo es el que los opositores pretendan lo mismo.
Pero, guste o no, se tienen que escuchar las opiniones de todas las formaciones políticas representadas en el Congreso, siempre que los mismos estén en consonancia con los intereses de la mayoría de la sociedad.
El nuevo presupuesto debe garantizar atender las necesidades de la población hondureña, que en más del 70% se debate entre la pobreza y la pobreza extrema, la desigualdad, servicios de salud y educación precarios, con proyectos concretos, más allá del asistencialismo y la benevolencia.
Como lo ha establecido el Fosdeh, el Presupuesto General de la República es la herramienta principal de planificación para garantizar que los recursos lleguen a las necesidades más urgentes del país.
Por eso, cuando las discusiones del nuevo Presupuesto General de la República inicien, lo que todos esperamos es que los diputados se despojen, al menos por esta vez, de sus ropajes partidistas, de los gritos, los insultos, las descalificaciones, y se den el tiempo necesario para un debate técnico-político que permita alcanzar los acuerdos que realmente beneficien a la población, así como los mecanismos que aseguren la transparencia en la ejecución del mismo.