Son varios los líderes de la Iglesia Católica que en sus homilías y mensajes a la feligresía con motivos de la Navidad y el Fin de Año, han alzado su voz para clamar por la unidad de la sociedad hondureña por el bien de la nación.
En su mensaje navideño, la Conferencia Episcopal de Honduras llamó a la sociedad, pero haciendo énfasis a la clase política, “a trabajar unidos para abandonar la búsqueda egoísta del bienestar personal, de grupo, de partido, y mostrar un verdadero amor a la patria”.
El llamado es más que oportuno en estas épocas en los que la diatriba, la violencia verbal, la descalificación y el insulto personal, la ausencia del diálogo, marcan el quehacer de quienes ocupan importantes posiciones en el gobierno y/o aspiran a esos cargos.
Las redes sociales son, por estos días, la plataforma ideal para hacer gala de los mensajes que no coadyuvan a la unidad del pueblo hondureño y mucho menos a construir espacios en los cuales todas las fuerzas sociales puedan converger para buscar soluciones a todos y cada uno de los problemas que golpean a la población.
“Con la diatriba, con la mentira, con el insulto, con la falta de respeto al otro -que se nos ha vuelto el pan de cada día- no nos hacemos mejores personas. Cuando yo pierdo la capacidad de dialogar, de disentir de manera respetuosa, de opinar, del diálogo, el que pierde soy yo; si yo me dedico a llenarme más bien de odio y a generar odio, no estoy siendo mejor persona y no le estoy ayudando al país en absolutamente nada”, ha dicho, por su parte, el padre Juan Ángel López, vicario de la pastoral de la Arquidiócesis de Tegucigalpa. Palabras que no deben caer en saco roto.
Honduras necesita del concurso de todos sus hijos, pero principalmente de quienes la gobiernan, y aspiran a gobernarla, para delinear avenidas de atención de todos y cada uno de los graves problemas que enfrenta el país.