Luego de finalizar el proceso electoral primario y confirmarse el nombre de las personas postuladas por cada uno de los partidos políticos para convertirse en el próximo presidente de la nación, la ciudadanía debe realizar un análisis profundo, objetivo, desapasionado, de las cualidades que acreditan a cada aspirante a la titularidad del Poder Ejecutivo, contrastándolo con sus defectos, en un balance crítico entre lo positivo y lo negativo de cada quien.
Debe exigírseles el respectivo programa de gobierno de contenido realista, en que cada problema esbozado incluya los medios con que se pretende abordarlo y hacerle frente. Debe hacerse caso omiso a promesas demagógicas, imposibles de ser convertidas en realidad, ya que ello equivale al engaño y la mentira, que resta cualquier vestigio de credibilidad y verosimilitud. Hace ciento un años, el gran periodista, poeta y ensayista Alfonso Guillén Zelaya, en artículo publicado en diario El Cronista el 30 de diciembre de 1926, escribió: “Condiciones esenciales de buen gobierno. Energía, inteligencia y honradez, son las condiciones primordiales de todo buen gobierno. Pero tales condiciones deben ser de aplicación simultánea. Los pueblos deben exigirlas en aquellos que van a ser sus gobernantes; estos no deben descuidarlas en quienes han de ser funcionarios, y toda la jerarquía de la administración pública, deben estar sujetos a la misma pauta de salvación nacional”. La trayectoria y logros de cada aspirante desde el momento que ingresó a la vida pública hasta el presente, permiten disponer de elementos de juicio para la respectiva evaluación ciudadana, al igual que la procedencia de los recursos económicos, propios y partidarios de que dispone para proyectar su candidatura en el intento por persuadir a las y los votantes de que constituye la persona idónea para reemplazar a la actual incumbente. La racionalidad y no la emotividad debe constituirse en la guía para cuando llegue el momento de depositar nuestro sufragio en noviembre, el cual será bien de respaldo o de castigo, de acuerdo a las conclusiones a las que habremos llegado oportunamente
