En Honduras es tortuoso efectuar un divorcio.
Es urgente sepultar las causas de divorcio del Código de Familia y efectuar una completa reforma legal para resolver el contenido de los derechos y obligaciones del matrimonio fracasado, como la guarda y cuidado de los hijos, los alimentos, el tema económico y la violencia o la intimidación como un proceso especial posterior al divorcio.
Lo anterior porque no es justo que en pleno siglo XXI se decida resolver la disolución del vínculo matrimonial hasta finalizado el proceso de familia completo cuando en efecto la mayoría de las parejas están separadas desde antes, con o sin violencia.
Como abogado me encuentro con la necesidad de explicar a muchas personas separadas que no podrán divorciarse hasta que se resuelva todo y sufrirán la pena de banquillo o ajusticiamiento por quinquenios. Cuando existe mucha plata los juicios duran décadas.
Así como los presos sin sentencia existen muchos hombres y mujeres que no están físicamente con su pareja, pero no están divorciados sino que viven en unión con otra pareja con beneficios pero procesados.
Es importante que desde el momento en que se presenta la demanda, declaración o solicitud de divorcio por ley la relación quede disuelta ya que es lógico pensar que en relación con la pareja, la demanda ya es ratificación de la diferencia irreconciliable.
La mayoría de los divorcios surgen por problemas personales que no son conciliables y nadie quiere ceder frente a una infidelidad.
El tema es apasionante, pero la conclusión siempre es la misma: nadie debe estar obligado a vivir en matrimonio o unión forzada por las circunstancias de un juicio.
Aparte del divorcio hay que poner mucha atención a las nuevas relaciones que surgen después de la demanda de divorcio sin llegar a sentencia y se llegará a la idea razonable de que en Honduras muchos son hijos de la separación y no de una relación surgida legalmente.