¿Será que somos un pueblo ignorante, ingenuo o con falta de cerebro que se le puede embaucar de primas a primeras?
Me hago la pregunta porque a pocos meses de las elecciones, muchos políticos están pensando de esa manera. Creen que con una canción pegajosa o porque llevan a alguien popular en sus planillas, vamos a correr para darles uno de nuestros derechos más sagrados: el voto.
¡Por Dios… señores! No se convence a alguien de esa manera. No somos mendigos a quienes se les puede alimentar con sobras. Es extraño que solo en esta época se les ve muy activos por las calles tratando de maquillarlas o qué decir cuando se les ve ingresando a colonias que no sabían ni que existían y no olvidemos el requisito básico de un político: el beso al infante que se encuentra en los brazos de la madre.
Solo porque me gusta el fútbol no significa que votaré por un exfutbolista para diputado o solo porque aquel sale en el programa que veo todos los sábados por las tardes hará que marque debajo de su fotografía.
Esto demuestra lo desesperados que están los políticos por ganar afinidad en el país; ellos mismos saben que no ganarán solamente con su credibilidad, que por cierto, ya no es tan creíble que digamos. No estoy en contra de la oportunidad que debe tener cada hondureño de ejercer la política, porque ya es tiempo de que Honduras se haga merecedora de gente nueva para que la gobierne y ellos obtengan la oportunidad de demostrar que son diferentes.
Lo único que pido es que hagamos de esto una total democracia, no dejemos que la costumbre nos gobierne o que la belleza y la popularidad de alguien nos legisle.