Opinión

El poder del optimismo

No hay duda. En un país como el nuestro, estos son tiempos muy difíciles para el optimismo. Es el pesimismo el que fácilmente lo invade todo, el que irrumpe por doquier cada vez con más intensidad.

Y es que el deterioro de la economía, las cada vez peores decisiones y acciones de nuestros gobernantes, la corrupción, la inseguridad, la falta de liderazgos que muestren salidas creíbles, y hasta el deterioro ambiental se juntan con todos los demás problemas para elevar hasta el paroxismo el pesimismo, la forma negativa de percibir el presente y el futuro.

O sea que hay demasiadas razones valederas para ser pesimista.

Pero la cuestión es que no solo hay también motivos de peso para ser optimista, sino que mientras este es una herramienta indispensable para el éxito en cualquier campo de la vida, el pesimismo es siempre un obstáculo.

Por supuesto que jamás debemos confundir el optimismo con el conformismo, que es aquello que nos lleva a resignarnos, a aceptar una mala condición o a pretender, falsamente, que todo está bien; sin amargarnos la vida, pero también sin hacer nada para cambiar las cosas.

No. El auténtico optimismo está basado en la realidad por duros que sean los hechos concretos. Si bien debe recurrir a los éxitos pasados y presentes, a la cantidad y calidad de recursos con los que se cuenta, como mecanismo propulsor psíquico y material, donde más debe apoyarse es en el conocimiento profundo sobre los errores, los problemas, los obstáculos y sobre la fuente de los mismos.

En el caso de nuestra situación personal, por difícil que esta sea siempre habrá una acción, una decisión, un sacrificio, que pueda hacerse para mejorar. Es incluso más fácil encontrar motivos para el optimismo.

En el caso del país, además de que si obtenemos éxitos personales estaremos aportándole una cuota directa al mejoramiento y al optimismo, también hay muchas cosas que podemos hacer. La principal es no caer en la trampa de apartarnos del quehacer político, el cual es indispensable para profundizar en las causas de los problemas y obstáculos y también para involucrarse directamente o identificar la ideología y los líderes que se necesitan para darle un vuelco a la situación.

Pero lo más importante es comprender, y actuar en consecuencia, que si bien tenemos motivos para ser pesimistas, también los hay para ser optimistas y que es la actitud de estos últimos la que realmente tiene poder de cambio.

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