Opinión

Fe, arte religioso y educación

“Dedico este aporte a Mario Felipe Martínez Castillo, nuestro Maestro de quien aprendimos estos temas relacionados con la historia del Arte Religioso Colonial”.

Tanto para los cristianos como para los que no lo son, la historia del cristianismo constituye una parte importante de la historia de la humanidad. La fe cristiana ha influido en todas las facetas de la vida de diversas sociedades, en diversos tiempos y espacios geográficos; desde la moralidad hasta la política, desde el arte hasta la literatura, desde la ciencia hasta la filosofía. En la actualidad un tercio de la humanidad se considera cristiana.

Surgimiento y expansión de la iglesia cristiana

Veinte siglos nos separan del tiempo en el que desconocido y enigmático Jesús caminaba por las polvorientas calles de Galilea, donde predicaba su mensaje de arrepentimiento y salvación. Más de 500 años hace que el Papa Alejandro VI (1493) dividió el mundo en una línea imaginaria trazada de norte a sur a partir del oeste de las Azores, y declaró que todas las tierras ubicadas al este de la línea (270/370 leguas) eran portuguesas, mientras que los territorios al oeste de la línea eran de dominio español. Garantizó a España y Portugal el derecho de gobernar el territorio conquistado, siempre y cuando todavía no fuesen cristianas.

Así órdenes religiosas como los Mendicantes (franciscanos, dominicos, agustinos, jerónimos, mercedarios y jesuitas; y los Monjes (benedictinos, cistercienses, cartujos, etc.), acompañan a los conquistadores desde el segundo viaje de Colón a explorar, conquistar, colonizar, evangelizar y educar en prácticas o costumbres contrarias al evangelio cristiano, prácticas y rituales como: la idolatría, la magia y la hechicería o contra la misma dignidad humana, como la antropofagia y los sacrificios humanos, prácticas muy normales en las culturas americanas desde su llegada por el Estrecho de Bering hacia aproximadamente unos 20,000, 30,000, 40,000 años de nuestra era.

En Honduras podemos considerar que la conversión al cristianismo de las culturas nativas (pech, tolupanes, tawahkas, lencas, chorties, entre otras), se inicia e institucionaliza con la creación del obispado para 1534, bajo cuya autoridad dependía la autoridad religiosa del territorio. La sede del obispado inicialmente fue Trujillo y su jurisdicción era toda la gobernación de Higueras y el Cabo de Honduras (más o menos el 50% del territorio de la actual Honduras). Su primer obispo fue Cristóbal de Pedraza, y las órdenes religiosas que actuaron en Honduras fueron las de La Merced y la de San Francisco, la de La Merced desde por lo menos 1560 ya se encuentra presente en Honduras, sobre todo en la zona occidental y Comayagua, aunque también tuvo conventos en Tegucigalpa y Choluteca. Los franciscanos actúan tanto en el sur como en Tegucigalpa.

Fe y arte en la Europa occidental

En el contexto de la historia cristiana, no abordar la gran producción artística en sus diversas épocas quedaría incompleta, es necesario para su comprensión objetiva e histórica tomar en cuenta la pasión de la fe de muchos de sus creadores y los efectos que sus trabajos han ejercido en las vidas espirituales y emocionales en los numerosos cristianos desde entonces hasta nuestros días. Basta mencionar la imagen de “Fra. Angélico”, Guido de Piero, sobre “El día del juicio final; la visión de Miguel Ángel: “El techo de la Capilla Sixtina”, en el palacio del Vaticano, Roma, cuyo trabajo abarca la historia de la creación hasta el juicio, obra que sigue siendo uno de los mayores logros artísticos; o “La escuela de Atenas”, de Rafael, una de las pinturas que muestra a los mayores filósofos de la Grecia y la Roma clásicas, ilustra la ideología renacentista que luchó por unir el cristianismo con el arte y la literatura clásicos en un nuevo humanismo.

Fe y arte en la América colonial

Son la Órdenes Religiosas las que se encargarán de facilitar el aprendizaje del arte y técnicas artísticas occidentales del renacimiento, y sobre todo del barroco: franciscanos, dominicos, agustinos y jesuitas enseñaron a los nativos las técnicas del dibujo, pintura, música y otras artes, tomando en cuenta las necesidades propias (lengua, religiosidad, cosmovisión del mundo) de la evangelización americana. Son de destacar en este sentido, los complejos conventuales de México en el siglo XVI, caracterizados por la iglesia y convento, pero además con una capilla de indios en el gran atrio, que puede relacionarse con la tradición prehispánica de los cultos al aire libre, amén de una insigne cantidad de pinturas murales con fines pedagógicos para el aprendizaje de la doctrina cristiana.

Los Jesuitas en sus misiones del Paraguay fueron aún más lejos e implementaron un modelo urbanístico donde el templo, colegio y cementerio se convirtieron en el centro visual de sus reducciones, trazadas con manzanas generalmente de planta rectangular, en que el espacio definía la organización social, política y económica de aquellos pueblos.

Fe y arte en la Honduras colonial

El desarrollo del arte como mediación pedagógica en el aprendizaje del Evangelio hacia el aborigen asentado en lo que hoy llamamos Honduras, parece desarrollarse de la segunda mitad del siglo XVI a la segun¬da del siglo XVIII, surge en esos siglos la raíz de una búsqueda de lo absoluto y la profesionalización del arte religioso cristiano en su versión católica. Así la llamada evangelización, sedentarización o conquista espiritual choca en forma directa con el universo religioso del aborigen, sobre todo en lo relativo a su mundo espiritual, a sus formas de producción, al sentido del tiempo en un espacio político donde el rey (personaje desconocido de quien se hablaba pero del que no había forma de comprobar su existencia sino a través de la violencia militar) y sobre todo la unidad entre Dios y Rey, eran una visión incomprensible para el aborigen.

Devociones reflejadas en esculturas, pinturas, platería y ornamentos religiosos, nos hablan en voz fuerte y tono enfático de todo aquello que es una cultura vivida y que sigue vigente, en medio de las confrontaciones tanto política como económica que hicieron del territorio hondureño un proyecto de nación. Sin embargo, en el plano espiritual la concordancia existente entre la visión mítica propia y la visión profética de los primeros evangelizadores permeó la base cultural, y el indio aceptó sobre su politeísmo natural el complicado politeísmo Católico, porque lo que hoy constituye esa gran base de “religiosidad popular” sigue siendo la incomprensión del dogma cristiano y la gran batalla politeísta que se internaliza en el debate de las preferencias hagiográficas sobre si es más o no poderosa la Virgen de Suyapa que la Concepción de María.

Dicho todo esto, y en cuanto a nuestra población y Latinoamérica en general vale la pena preguntarse lo siguiente: ¿Cuántas personas que dicen ser cristianos católicos tienen conocimiento del origen de la fe que profesan? Lo mismo cabe en cuanto al origen de las tradiciones religiosas populares, (el ejemplo más reciente “Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo”).

Estas interrogantes, su explicación está contenida en la riqueza de la imaginería colonial presente en las esculturas realizadas con la técnica del estofado, las encarnaciones en las esculturas de vestir y finos tallados en plata y oro, que adornan las iglesias de diferentes regiones de Honduras y América, el que pueblo católico ha podido cargar, apreciar y acompañar en los distintos actos alegóricos celebrados durante toda la Semana Santa.

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