Mañana se conmemora el 192 aniversario de la independencia de Honduras y de los demás países centroamericanos; pero también los 171 años del fusilamiento de Francisco Morazán Quesada, a quien José Martí calificó como “un genio poderoso, un estratega, un orador, un verdadero estadista, quizás el único que haya producido la América Central”.
Y es que con su ejecución, tras una farsa de juicio, se le puso fin a la existencia física de quien, con una visión muy adelantada a su época, no solo impulsó la educación y el Estado laicos, la libertad de prensa y de religión, sino también luchó hasta la muerte para que prevalecieran las ideas liberales –en contra del conservadurismo político-religioso imperante– y porque las débiles provincias centroamericanas se convirtieran en una sola nación.
El tiempo y la politiquería actual se han encargado de demostrar que el general Morazán estaba en lo correcto en cuando a la necesidad de la unión centroamericana que en vez de cinco pequeñas y débiles parcelas, presentara ante el mundo a un istmo unido, fuerte, próspero, con educación para todos y sin ataduras mágico-religiosas.
Las negociaciones que como bloque ha realizado Centroamérica con otras naciones, como México y Estados Unidos, y con regiones como con la Unión Europea; los beneficios de la unión aduanera, y todo el ahorro y la fuerza que tendría la región con un solo gobierno, con una sola política exterior, con una moneda única, demuestran y dejan intuir cuán acertado era el pensamiento morazánico.
Las intromisiones de los religiosos en la conducción del Estado (la oposición al el uso del condón en la lucha contra el sida, a la planificación familiar y los obstáculos para una educación sexual científica) y su involucramiento en la política nacional, es otro asunto que muestra la grandeza de Morazán quien fue capaz en aquellos tiempos –cuando muchos de los dogmas religiosos no habían sido evidenciados como falsos por la investigación científica– de defender la separación entre Iglesia y Estado, abriendo al mismo tiempo las puertas a la libertad religiosa.
Es impresionante cómo a 171 años de su fusilamiento, el pensamiento de Morazán sigue teniendo plena vigencia en la Centroamérica y la Honduras de hoy.