Opinión

Oposición a los planes de Obama contra Siria

Si el presidente estadounidense Barack Obama pretendía utilizar la reunión del G20 (la veintena de países más ricos del mundo) para lograr algún respaldo internacional en sus planes de atacar a Siria, todo parece indicar que obtuvo un rotundo fracaso ya que más bien se confirmó que también en este grupo son mayoría los opositores a una acción militar sin la autorización del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Obviamente, como ya lo hizo George W. Bush para desatar la sangrienta, destructora e inútil guerra contra Irak, el gobierno de Obama está dispuesto a saltarse las trancas de la ley internacional y su poderoso aparato militar solo está esperando la autorización del Congreso estadounidense, que decidirá la próxima semana, para “castigar” al gobierno que desde hace 40 años conduce la familia Al Assad en Siria.

La cuestión es que el aprovechamiento de la “Primavera Arabe” para deshacerse de regímenes dictatoriales no leales a Washington, incluso de algunos “arrepentidos” como el de Muamar Gadafi en Libia, no está funcionando, como lo demuestra el hecho de que después de dos años de total apoyo para los grupos armados, el régimen de Bashar Al Assad parece fuerte e incluso estaba logrando detener el avance rebelde.

La excusa perfecta para romper con el status quo de la confrontación, que ya ha causado unos cien mil muertos, es el supuesto ataque con armas químicas del pasado 21 de agosto en los suburbios de Damasco, que Washington atribuye al gobierno sirio, pero su antípodas en este conflicto, Moscú, más bien cree que fue obra de los rebeldes; mientras, se espera el resultado de las investigaciones científicas realizadas por un equipo especial de las Naciones Unidas.

Pero no solo en el G20 hay oposición a los planes de ataque de Obama. Ya el Parlamento británico le prohibió a su gobierno participar en la acción militar directa contra Siria.

Las encuestas muestran que la inmensa mayoría de los ciudadanos estadounidenses también están en contra, lo mismo que los franceses, cuyo gobierno se ha transformado en el principal aliado del también Premio Nobel de la Paz contra Siria.

Varios líderes mundiales, incluyendo al papa Francisco y al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, hay cuestionado tal decisión ya sea por cuestiones morales, por dudas en los resultados prácticos y por la violación de la ley internacional, que solo permite ataques de un país a otro como respuesta a una agresión o por mandato del Consejo de Seguridad del máximo organismo internacional.