Las tragedias, fracasos y reveses, con toda su carga destructiva también llevan en su seno oportunidades para transformar lo negativo en acciones positivas y duraderas. Así lo hemos enfatizado, reiteradamente, en este espacio editorial.
El devastador incendio que ha destruido varios de los mercados ubicados en Comayagüela significó una significativa pérdida material, preliminarmente estimada en unos doscientos millones de lempiras en mercaderías e instalaciones quemadas, amén del elevado costo que significará construir una moderna y funcional edificación --de preferencia en un predio distinto al actual-- en el que los locatarios puedan reanudar a la brevedad sus actividades comerciales que permiten su diaria subsistencia y la de sus familias.
Afortunadamente no ocurrieron víctimas fatales y las personas heridas no sufrieron lesiones graves. Debemos destacar la decisiva y oportuna intervención del Cuerpo de Bomberos, asistido por voluntarios dispuestos a colaborar desinteresadamente –a riesgo de exponer sus vidas-- en el control del siniestro.
También la Alcaldía Municipal del Distrito Central, Copeco, SANAA y Soptravi han actuado de manera coordinada, cada institución dentro de la esfera de su competencia.
La propuesta de implementar una alianza entre los sectores público y privado para edificar una infraestructura diseñada con todas las especificaciones e instalaciones requeridas, resulta oportuna dada la elevada inversión que se requiere; igualmente, que se conviertan ahora en propietarios y ya no en meros arrendadores de los puestos de venta.
Urge que los hombres y mujeres que venden en estos mercados se organicen mediante el sistema cooperativo, recordando que en la unión está la fuerza: deben sacudirse de los onerosos préstamos usurarios que reducen al mínimo sus modestas ganancias y constituyen una forma de explotación económica que puede y debe ser superada.
La dotación a la brevedad de capital semilla reviste carácter de urgencia a fin de que en el menor plazo posible puedan reactivar sus ventas como de hecho algunos ya lo han hecho por sus propios medios. Otra de sus demandas consiste en que les sean condonadas –temporal o definitivamente- las deudas pendientes con la Corporación edilicia.
Los mercaderes han manifestado no desear el otorgamiento de limosnas: tan solo reclaman oportunidades concretas que les permitan la pronta reactivación económica, que representa una contribución significativa en la vida cotidiana de la ciudad capital.
Ese admirable espíritu emprendedor garantiza que, a pesar de la severidad de los daños en que han incurrido, sabrán nuevamente superar los actuales desafíos.