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Tutankamón, a 90 años del hallazgo del faraón

Mañana se cumplen 9 décadas del hallazgo que sacudió al mundo de la arqueología, un tesoro de incalculable valor que se registra como el mayor descubrimiento de civilizaciones históricas.

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03.11.2012

El hallazgo del arqueólogo inglés Howard Cárter cambió para siempre la cara de la arqueología. El 4 de noviembre de 1922 halló la puerta sellada de una tumba real en el Valle de los Reyes, Egipto.

Era la tumba de Tutankamón, un niño rey, cubierta de “oro, todo refulgía de oro”.

Este tesoro invaluable sacudió al mundo y provocó una revolución tal que el descubridor fue despedido y humillado, aunque si completó el desmantelamiento solo porque era un trabajo que nadie más quería.

Carter había liberado a un genio de su lámpara. El gobierno egipcio examinó la tumba y, al ver lo que estaba en juego, impuso un control mayor sobre la rica herencia cultural del país.

Mañana se cumplen 90 años de la hazaña de Carter y la egiptomanía sigue vigente.

EL FARAÓN. Tutankamón vivió hace 23 siglos, pertenecía a la dinastía XVIII de Egipto. Según estudios, tenía solo 19 años cuando murió y gracias a Carter, su tumba se convirtió en uno de los más grandes hallazgos de la arqueología mundial.
Tutankamón no fue un faraón notable ni conocido en épocas antiguas. Y el tamaño relativamente pequeño de su tumba fue la razón de que no fuera descubierta hasta el siglo XX.

Howard Carter la encontró intacta en 1922 y supuso una aportación fundamental para la comprensión de la historia y cultura egipcia. Posibilitó sacar a la luz una cantidad apreciable de joyas, muebles, armas y variados utensilios, que permitió ampliar el conocimiento de esa civilización.

En el interior había cuatro sepulcros, un sarcófago y tres ataúdes y la momia del faraón cubierta por una máscara de oro puro laboriosamente trabajada, con incrustaciones de vidrio azul y piedras semipreciosas.

La máscara que se exhibe en Museo de El Cairo, tiene una sorprendente belleza.

La figura mide 54 centímetros de alto y pesa más de 10 Kg. En la frente está adornada por un buitre y una cobra, dioses emblemáticos egipcios.

La máscara con el tocado real rayado y una fina barba trenzada, representa a Tutankamón en la forma del dios de los muertos, Osiris. Aunque la máscara es el adorno más reconocible de la momia, al momento de descubrirla se encontraron otros 150 ornamentos.

Los objetos hallados en las distintas cámaras que conforman la tumba de Tutankamón poseen un incalculable valor arqueológico y artístico posiblemente jamás igualados en la historia de los descubrimientos de civilizaciones históricas.

Aunque en un inicio, el deslumbrante hallazgo de Cárter sería tildado de vulgar y superficial, alejado de la investigación académica seria (un prejuicio que la egiptología ha tardado años en sacarse de encima), hoy Tutankamón amerita ocupar el centro del escenario académico gracias a abundantes teorías. Científicamente, gracias al escaneo por ultrasonido y al análisis de ADN surgen nuevas ideas acerca del lugar del joven rey en el complejo árbol genealógico de Amarna -la capital de Akenatón- de qué aspecto tenía y de cómo murió.

Y arqueológicamente, finalmente comprendemos la naturaleza esencial de la sepultura del faraón, mediante detalles menores de iconografía y texto.

Estos revelan la deslumbrante realidad: la mayoría de los tesoros del rey-niño no eran para él. Altares, sarcófagos, ataúdes, máscaras y vendajes de momia habían sido originalmente preparados para su hermosa madrastra, Nefertiti, la reina-faraona, cuya tumba aún espera ser descubierta, quizás a metros de la de Tutankamón...

EL HALLAZGO. “Apenas había llegado a la excavación, cuando un extraño silencio, producido por la detención de los trabajos, hizo darme cuenta que había ocurrido algo fuera de lo común. Se me recibió con la noticia de que se había descubierto un escalón tallado en la roca, parecía demasiado bueno para ser verdad, pero el agrandamiento de la abertura nos aclaró que estábamos de hecho, en la entrada de un profundo corte en la roca, unos cuatro metros por debajo de la tumba de Ramsés VI; casi me atreví a esperar que habíamos encontrado finalmente una tumba.

Al día siguiente fue cuando conseguimos retirar la gran masa de escombros que cubría el corte. Entonces quedó claro, por encima de toda duda, que nos encontrábamos ante la entrada de una tumba. El trabajo avanzaba, ahora más rápidamente; un escalón seguía a otro y al nivel del duodécimo, hacia la puesta del sol, descubrimos la parte superior de una puerta tapiada, enyesada y sellada. ¡Una puerta sellada...! Así, pues, era cierto. Nuestros años de paciente trabajo iban a quedar recompensados después de todo...”, este relato de Howard Carter cuando encontró la tumba, publicado por la revista National Geographic, describe lo que significó para él este hecho histórico.

La publicación indica que se trató de un trabajo arduo. La excavación comenzó por la antecámara, clasificándose hasta setecientos objetos correspondientes a un enterramiento real del Imperio Nuevo. Tras siete semanas de trabajo se llegó a los guardianes que flanqueaban la entrada a la cámara funeraria. Finalmente el 23 de febrero de 1923, se aperturó oficialmente la cámara del sarcófago, cuyas paredes estaban decoradas con el tema común del cortejo fúnebre: el sarcófago, colocado dentro de una “naos”, encima de un trineo, es arrastrado por los “nueve amigos”, tras ellos se encuentran los visires del Alto y Bajo Egipto, cerrando la comitiva el general Horemheb, hombre fuerte del gobierno y futuro faraón.

En la pared norte aparecen tres escenas: Ay, sucesor de Tut, en el trono, abriendo la boca a la momia del rey, ya transformado en Osiris; y sujetando la azuela que abrirá los sentidos del muerto para poder ver, oír, comer y hablar en el Más Allá. La diosa del cielo Nut que acoge al faraón; y finalmente el rey abrazado por el dios de los muertos, Osiris.

EL MITO DE LA MALDICIÓN. El misterio que envolvió a la muerte de Lord Carnarvon, mecenas de Carter, revitalizaron la fascinación hacia el

Antiguo Egipto en Occidente y abrieron la puerta a lo que muchos calificaron como “la maldición de
de Tutankamón”.

La muerte de Lord Carnavon disparó la imaginación del mundo entero. Murió el 5 de abril de 1923, apenas diez meses después de haber penetrado en la Cámara Real. Carnavon fue picado por un mosquito en la mejilla izquierda, una semana después comenzó a sentirse mal de salud y tuvo que ser trasladado a El Cairo con urgencia. El 17 de marzo se conoció que una grave infección le había atacado la garganta, el oído interno y el pulmón derecho.

El 27 de marzo un ataque fulminante de neumonía se extendió por ambos pulmones. El 5 de abril murió de un ataque al corazón. El no fue el único, varios miembros de la expedición de Carter que tuvieron contacto con la cámara del faraón fallecieron tiempo después. Sin embargo, nada de esto ha sido confirmado.

EL DESCUBRIDOR. Howard Carter (9 de mayo de 1874-2 de marzo de 1939) es el célebre arqueólogo y egiptólogo inglés mundialmente conocido por descubrir, en 1922, la tumba del rey Tutankamón (Tut-Anj-Amón), en el Valle de los Reyes, frente a Luxor, Egipto.
Nacido en Norfolk, Inglaterra, era el menor de once hermanos.

Hijo de un pintor, de quien aprendió el oficio, a los 17 años, una sociedad de egiptología inglesa advierte su talento de dibujante y le propone marcharse a Egipto. Ahí copia bajorrelieves, aprende a excavar y restaurar los monumentos y se convierte en inspector de Antigüedades. En 1908, Lord Carnarvon, un noble, aficionado a la arqueología lo contrata para excavar en Tebas y, luego, en el Valle de los Reyes. En noviembre de 1922, es la apoteosis: tras largos años de vana búsqueda, Howard Carter descubre la tumba de Tutankamón.

Calificado como un hombre solitario, Carter tuvo que enfrentarse a trámites burocráticos por el permiso de excavación. Quizás pecó de arrogancia o pensó que era la única persona cualificada para hacer un trabajo de esas características y, si se marchaba, tarde o temprano le iban a llamar. Por eso se marchó a ofrecer conferencias a Inglaterra y EE UU. Y así fue, cuando volvió a Inglaterra recibió una llamada en la que le indicaban que seguían contando con él para dirigir la excavación.

Pero el esfuerzo rindió frutos, en noviembre de 2010, tras quince años de trabajo (más que los diez que Carter empleó en vaciarla), el Griffith Institute, que conserva las notas, fotografías y diarios de excavación de Howard Carter, culminó la creación de una base de datos con las fotografías y las fichas del arqueólogo de los 5,398 objetos de la tumba. De la célebre máscara de oro al más humilde y minúsculo colgante, trocito de vidrio o de lino...”.

En recientes declaraciones, el egiptólogo checo Jaromir Malek, conservador de los archivos del Instituto Griffith de Oxford y responsable de los trabajos de digitalización dijo: “Howard Carter, aunque sin duda difícil, era un hombre de mucho talento, de enorme intuición, y un trabajador incansable.

“Todos hubiéramos tirado la toalla ante las dificultades que él afrontó. Si hubiera sido un tipo fácil y amable no hubiera descubierto la tumba de Tutankamón ni habría acabado de excavarla”.