Dos amigas conversan amenamente en el comedor del aeropuerto internacional Ramón Villeda Morales de San Pedro Sula, al norte de Honduras, pero a cada momento agitan sus manos para espantar a las incómodas y molestas moscas.
Al otro lado, un pasajero no puede llevarse un pedazo de baleada a la boca porque se dedica a ahuyentar a las moscas.
Por estos días, una lluvia de estos insectos, vectores de enfermedades, invade el principal aeropuerto internacional de la costa norte de Honduras.
Las moscas vuelan en parejas o solas y parecen aeronaves que quieren posarse sobre las mesas y las comidas de los visitantes.
'Están a cualquier hora y nadie dice ni hace nada', dice un hombre que hace trabajo de recoger maletas.
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'Mire lo peor es que aquí vienen turistas y qué van a pensar al ver este mosquero', se lamenta.
Efectivamente, el aeropuerto Ramón Villeda Morales se ha convertido en la principal entrada al país de miles de personas que vienen a hacer turismo.
El 41 por ciento de personas que entran o salen de Honduras lo hacen a través del aeropuerto de esta ciudad. El año pasado, al mes de octubre habían hecho uso de esta terminal casi 750 mil personas.
La incomodidad es tal que muchas personas prefieren buscar otras áreas menos contaminadas de estos insectos.
Y no es que el personal encargado de limpieza no haga su trabajo, al contrario él área de comidas siempre está limpio.
¿Alguien hará algo?
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