Honduras

Persisten deficiencias y hacinamiento en la Universidad Nacional de Agricultura

En 20 meses que tiene la Comisión Interventora, los estudiantes sienten que existen muchas carencias en sus condiciones de vida. Las instalaciones de los varones están deterioradas, aunque hay algunas mejoras en la alimentación

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03.09.2018

CATACAMAS, HONDURAS. -Un joven de contextura gruesa, vistiendo únicamente un bóxer, lava ollas y platos en el lavamanos de los baños, sí, en el lavamanos de los baños.

A su alrededor están las filas de duchas, como si fueran las instalaciones de un batallón. Aquí se bañan cinco personas a la vez y de un tubo oxidado sale el agua.

Los urinarios están amarillentos, los espejos quebrados y gastados, teniendo que hacer maromas para poder verse, mientras que los servicios son usados por pura necesidad.

Un rótulo en la pared, ordena “no tirar desperdicios de comida”, pero algunos se ven obligados a rehacer sus alimentos de forma clandestina.

La Unidad Investigativa de EL HERALDO se introdujo esta vez en la Universidad Nacional de Agricultura (UNA) de Catacamas, Olancho, para conocer sobre los resultados que ha dejado la intervención.

Fue en el 2016 que un grupo de estudiantes emprendió una serie de protestas ante las condiciones calamitosas en las que estaban viviendo y recibiendo clases.

Las acciones terminaron con la destitución del entonces rector, Marlon Escoto, y el nombramiento de una Comisión Interventora compuesta por tres personas, ganando jugosos salarios y viáticos.

El proceso de intervención se hizo mediante el decreto ejecutivo 172-2016, comenzando por un periodo de un año, es decir del 13 de enero del 2017 al 12 de enero del 2018.

Al cumplir los primeros 12 meses, el Consejo de Educación de Superior consideró que el trabajo apenas había comenzado y se solicitó al Congreso Nacional ampliar el plazo por 24 meses más.

La segunda fase de la intervención de la UNA comenzó el 23 de febrero de 2018 y finaliza al 23 de febrero de 2020, según el decreto No. 138-2017 del 19 enero de 2018.

El proceso lo comenzó a dirigir el actual ministro de Educación, Marcial Solís, y fue acompañado por las profesionales Norma Martín de Reyes e Iris Erazo Tábora.

Para la segunda fase, debido a la salida de Solís, nombraron como coordinador de la Interventora, al general en condición de retiro Andrés Felipe Díaz.

Está por cumplirse 20 meses del proceso de intervención, y los cambios no se perciben a simple vista.

Fuentes de EL HERALDO confirmaron que se han tomado decisiones a la ligera, que han impactado en el funcionamiento de la institución y la capacitación de los estudiantes.

Es de resaltar que al interno de la institución persiste un marcado divisionismo entre el sector que apoyaba a Escoto y los que se han visto beneficiados por la llegada de la Interventora.

De interés: Imágenes del hacinamiento en la UNA

Lugar
Al son de lo anterior, los estudiantes sueñan como un mejor centro de internamiento y académico, donde puedan salir bien capacitados.

Un guardia de seguridad, uniformado de blanco, detuvo a la Unidad Investigativa para pedir las identificaciones y después de decir a quién se iba a buscar, amablemente dio acceso.

Las instalaciones son amplias, las calles polvorientas llevan hacia las oficinas administrativas y en los alrededores la primera impresión es la ropa tendida alrededor de grandes salones.

Un viejo tractor varado en medio de la maleza y pequeños grupos de estudiantes vistiendo jeans con camisa azul celeste y zapatos tipo burros dan la bienvenida.

En calor supera los 35 grados centígrados, el sol es inclemente. Mientras que la poca actividad de los estudiantes demuestra que no es un día normal de clases, pues es cambio de periodo y los que aprobaron todas las clases y tenían recursos económicos se fueron a visitar a sus familias.

A la 1:00 de la tarde, algunas de las autoridades administrativas no regresaban de almorzar y la interventora se encontraba en reunión.

Dos alumnos se saludan en un pasillo y con un poco de temor acceden a dialogar con el EL HERALDO.

La pregunta es directa: ¿sienten que ha mejorado la universidad con la Interventora? El joven titubeó y respondió: es casi lo mismo, pero la universidad está en un proceso de cambio.

Por ejemplo, “antes de la protesta, la mayoría vivíamos en una cuartería donde “El Chino” en Catacamas, ahora a todos nos pasaron a los albergues, adentro de la UNA”.

La Unidad Investigativa de EL HERALDO se introdujo a los albergues donde habitan los estudiantes, constatando que existe hacinamiento debido a que en un solo cuarto hay cuatro camarotes dobles, para ocho estudiantes.

“Ahorita estamos ocho en cada cuarto, pero como ahora la matrícula es menos, posiblemente más adelante estemos más cómodos”, dijo un estudiante identificado únicamente como Ezequiel.

Algunos jóvenes vuelven a cocinar los alimentos en sus estufas porque aseguran que muchas veces la comida les sale cruda. Lavan los platos en los baños poco higiénicos.

Lavan los platos en los baños poco higiénicos.

Condiciones
Las camas son de madera, en el centro apenas hay una mesita para que los muchachos puedan hacer sus trabajos.

Dos ventanas con celosías son la única respiración de los cuartos y para sofocar el calor los ventiladores que han logrado comprar son su salvación.

Las instalaciones eléctricas son una amenaza, ya que los conectores están sobrecargados con conexiones hechas por los mismos estudiantes.

Ahí enchufan computadoras, ventiladores, radios y algunos hasta estufas eléctricas.

“Cocinamos aquí porque la comida a veces sale cruda, el arroz duro y la carne mal cocida, aunque ha mejorado la alimentación”, aseguró el estudiante de lavaba los platos en los baños.

Ellos como estudiantes están a cargo de limpiar los baños, pero no reciben suficiente detergente ni cloro y hay momentos que se ven sucios y se siente el mal olor.

Se quejaron de la falta de internet adentro de los dormitorios, pues los que pueden tienen instalaciones privadas a un costo de entre 700 a 800 lempiras debido a que deben hacer tareas y solo en las áreas abiertas hay wifi de la UNA, que no las pueden visitar por la noche.

La clínica no se da abasto para la población estudiantil, hace falta médicos, personal de enfermería y medicamentos, según denunciaron los estudiantes, solo los atienden en caso de emergencias.

Uno de los universitarios confió a la Unidad Investigativa de EL HERALDO que no podían hablar mucho debido a que los han amenazado con que si continúa la problemática cerraría la institución y sus sueños se verían truncados.

En los pabellones de mujeres las condiciones son mejores, pues recientemente fueron construidos dos edificios, el H-VI y el HVII, pero también existe hacinamiento.

En las habitaciones han metido camarotes para ocho o seis muchachas y únicamente hay un baño.

En total son más de 10 los complejos donde duermen cerca que 3,000 estudiantes que buscan forjarse un mejor futuro en el mundo de la agronomía.

A pesar de la deficiencias, ha habido algunos cambios importantes, según el estudiante Isaac Pérez, de cuarto año de ingeniería agronómica, porque se terminaron los nuevos edificio, se hicieron algunos laboratorios, por lo menos ya no están fueran de la universidad y las personas que no aportaban a la institución, salieron.

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