TEGUCIGALPA,HONDURAS.-“Si yo pudiera votar, votaría por el Gordito, el Gordito es mi amigo...”.
Esa canción entonada con voces infantiles popularizó aun más la figura de César Castellanos Madrid en su campaña a la candidatura de la Alcaldía Municipal del Distrito Central en las elecciones generales de 1997, para el período de 1998-2002. Con esta misma canción, una población adolorida lo condujo hacia su última morada. Era muy querido por los niños, él iba de casa en casa visitando barrios y colonias, los pobladores lo sentían cercano a ellos. Su sonrisa, su compromiso y su responsabilidad vive presente en los corazones de los hondureños.
Han pasado ya 20 años de su trágica muerte y la gente mantiene vivo su recuerdo con cariño. El exalcalde de la capital más conocido como el “Gordito Trabajador” falleció el 1 de noviembre de 1998, en el año que iniciaba su gestión como edil de la capital. Pese a la destrucción que había por los estragos del huracán Mitch, ese día tenía un valor sentimental, era el cumpleaños número 50 del alcalde, pero fue ese mismo día que Dios se lo llevó de este mundo. Un trágico accidente aéreo apagó su exitosa carrera política que iba en ascenso como la espuma. En lo personal, el buen padre, esposo y amigo que era se fue de repente.
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Sin embargo, su memoria perdura en las mentes y en los corazones de quienes lo conocieron. La capital había sufrido estragos por las inundaciones y derrumbes que causó el fenómeno natural y él decidió inspeccionar en un helicóptero militar todos los daños. Sus hijos querían hacerle una pequeña celebración de cumpleaños en el lugar donde ahora es la sede de la Alcaldía Municipal del Distrito Central de la colonia 21 de Octubre, que en ese entonces era un centro de acopio para atender afectados y damnificados. No obstante, él les dijo que no tenía nada que celebrar porque la capital estaba destruida y había que trabajar. La mayoría de sus familiares lamentan que ni siquiera pudieron decirle feliz cumpleaños al “Gordito” porque salió de la casa muy temprano.
Tragedia
El domingo 1 de noviembre de 1998, él junto a dos personas más, ingeniero y camarógrafo, abordaron la aeronave en el aeropuerto internacional Toncontín para verificar las condiciones de la capital.
Pasadas las 12:00 del mediodía se escuchó un fuerte estruendo, el piloto perdió el control de la aeronave, la cual voló pocos kilómetros, pero descendió rápidamente.
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En cuestión de minutos el helicóptero se estrelló contra cables del tendido eléctrico en el bulevar Fuerzas Armadas, frente a Metromall; todos sus tripulantes fallecieron calcinados. En muchos barrios y colonias de la capital se quedaron sin el servicio de electricidad. Ese día Honduras perdió un gran neurocirujano, un hombre de valores, un alcalde que tenía muchos planes para la capital y también para el país. Hubo personas que lloraron como si hubieran perdido un familiar al saber la noticia a través de las radios que informaban el suceso. Producto del accidente hubo un gran tráfico en el bulevar Fuerzas Armadas.
El primero en llegar a la escena fue su hijo Jorge Castellanos, seguidamente su esposa Vilma Reyes de Castellanos y luego su hijo mayor César Castellanos, pero no les permitieron llegar hasta los cuerpos.
Los cadáveres fueron trasladados a la base de la Fuerza Aérea de Honduras porque la morgue se había inundado, en ese entonces quedaba en el barrio La Hoya de la capital. Los trámites para la entrega de los cuerpos tardaron más porque quedaron calcinados, estaban irreconocibles, por eso los entregaron en féretros sellados.
Despedida
Ellos fueron velados en el salón de Cabildo Abierto de la Municipalidad que estaba ubicado en el centro, frente a la Catedral Metropolitana. Afuera de las instalaciones había una multitud de personas que querían acompañar al “Gordito”. Ahí llegaron sus amistades, reconocidas figuras políticas del Partido Nacional de ese entonces y actuales. Posteriormente, partieron del centro hacia la Basílica de Suyapa para la realización de la misa de cuerpo presente para luego sepultarlo en Jardines de Paz Suyapa.
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Cuando iban por el bulevar Juan Pablo II, el carro que transportaba el féretro se calentó, los hijos de Castellanos tuvieron que bajarse e irse caminando a la par del vehículo que iba despacio. En el bulevar Suyapa estaban estacionados los carros recolectores de desechos sólidos de la capital y cuando el ataúd pasó frente a ellos hicieron sonar las campanas en modo de homenaje.
En el momento que ingresaron el ataúd a la Basílica, las campanas de la Iglesia entonaron la canción de campaña “Si yo pudiera votar”.
Con su pérdida, la viuda asumió el poder como alcaldesa de la ciudad por los tres años restantes de la gestión.
Trayectoria
Castellanos egresó de la carrera de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). Su postgrado en neurocirugía lo obtuvo en la Universidad de Chile, luego regresó a su país a ejercer la profesión. A inicios de la década de los 80, en el gobierno de Roberto Suazo Córdova, Castellanos fue electo como presidente del Colegio Médico de Honduras (CMH), quien fue uno de los impulsores del Estatuto del Médico-Empleado, lucha que ganaron mediante protestas. En el gobierno del expresidente Rafael Leonardo Callejas (1990-1994) fue nombrado como titular de la Secretaría de Salud. En su gestión contribuyó y luchó para evitar que la enfermedad del cólera ingresara a la nación. Antes de ser alcalde de la capital, fue electo como diputado al Congreso Nacional.
Era un gran aficionado del equipo Olimpia, aunque días antes de su muerte le tocó realizar una ceremonia honorífica al equipo Motagua, que quedó campeón el 28 de octubre de ese año. Las encuestas de la época y la población lo proclamaban como el próximo presidente de Honduras para el período 2002-2006. Dos décadas después, su familia siente el vacío que dejó en sus vidas.