La vistosa escenografía utiliza materiales poco comunes: hay figuras del nacimiento propias de la imaginación de cada miembro de la familia. Algunos años incorporan figuras de madera, yeso, barro, cerámica y hasta piedras. También añaden adornos significativos o simplemente materiales reciclados. Como cada año se le agregan piezas nuevas, ya se ha perdido la cuenta de cuántas figuras componen el nacimiento.
¿Existe alguna figura predilecta? En realidad no. La originalidad del pesebre radica en mezclar elementos propios del catolicismo y detalles inspirados en la naturaleza: musgo, pino, hojas, corrientes de agua y por supuesto luces que le aportan mayor vistosidad. Al final el resultado es un monumento repleto de minuciosas escenas.
Para darle mayor dimensión se realizan tarimas de madera o cajas de cartón.
Desde el 1 de diciembre, los parientes de doña Albina se unen para realizar esta tradicional representación navideña. Aunque cada año la temática cambia, la esencia siempre es la misma: honrar a Jesús, en la fecha apartada en el calendario para reflexionar sobre su sacrificio por la humanidad.
No es extraño que el enorme nacimiento llame la atención de los vecinos del sector. Muchos esperan con ansias la llegada del 25 de diciembre para acudir a la casa de campo y observar, con entusiasmo, el emblemático escenario.
En palabras de Carolina Amador, nieta de doña Albina Varela, 'la Navidad es simplemente Jesús de Nazaret en la puerta de tu casa. Una vez que toca y se le deja entrar al corazón para enseñar sobre amor, reconciliación y perdón, se consuma la oportunidad de volver a nacer'.
Fortaleciendo vínculos
Cada 24 y 31 de diciembre en la sala, de más o menos cuatro metros de ancho, decorada con luces coloridas, un árbol de Navidad y el tradicional nacimiento construido en la esquina de la sala, siempre hay risas.
En la casa de doña Albina Varela la Navidad y las vísperas de Año Nuevo son alegres por naturaleza. Los cantos villancicos son clásicos: Peces en el río, Mi burrito sabanero, Campana sobre campana y Noche de paz, resuenan para el gusto de pequeños y grandes. Para ellos el día literalmente comienza a la medianoche. Juegos, anécdotas y mucha comida forman parte del convivio familiar.
Ahí las tradiciones se heredan, pero no se permite que abandonen su esencia.