Desde revelar nombres de exfuncionarios y otras personalidades nacionales involucradas, incluyendo a sus propios cómplices, todo suma para obtener 'algo de clemencia' que les reduzca la pena impuesta por un juez.
Sea porque se sienten más resguardados o debido a que la justicia estadounidense sea más persuasiva, estos catrachos no han tardado en sumarse al cartel de los sapos, un término popularizado por la novela del mismo nombre -convertida en serie- que relata la historia de un narcotraficante colombiano que delata a sus exsocios.
Pero, ¿cómo se concreta esta colaboración que se supone deriva en un acuerdo preferencial? De acuerdo a un exagente de la Administración para el Control de las Drogas (DEA), entrevistado por la BBC, estas personas, a cambio de ser beneficiadas con penas benévolas en territorio estadounidense e incluso acceder a un programa de protección de testigos, prefieren delatar.
Las 'cooperaciones' fueron incorporadas a la justicia estadounidense desde 1987 y desde entonces es el juez que conoce el caso quien tiene la potestad de decidir si la información obtenida es sustancial y si se puede llegar a un acuerdo con el delator, indica el reportaje de BBC.
'En la mayoría de los casos no hay que convencer a ningún exnarco a convertirse en informante o delator, sino que casi siempre la iniciativa sale de ellos', señala.
Según el exagente, en algunos casos los narcos empiezan a negociar con Estados Unidos incluso antes de ser acusados y extraditados.
A continuación algunos de los más sonados casos de narcos hondureños que prefieron colaborar para reducir sus penas.
Caso 'El Negro' Lobo
El más reciente caso se dio a conocer esta semana de forma exclusiva por EL HERALDO: Juving Alexander Suazo Peralta, alias “Chancleta”, ligado al cartel de Carlos “El Negro” Lobo, logró que le redujeran su condena.
De 17 años y tres meses de prisión, Suazo Peralta solo cumplirá ocho años y cinco meses con la opción a ser aún más corta si continúa cooperando con la DEA. Parte de esa colaboración fue hundir al también narcotraficante hondureño Arnulfo Fagot Máximo.
Caso Valle
Otro que se sumó fue el cabecilla del clan del narcotráfico de los Valle Valle, Luis Alonso Valle, quien reveló el modo de operar de su cómplice Fagot Máximo, del clan de los Montes Bobadilla.
En sus declaraciones ante el juez de Virginia, Liam O’Grady, un jurado y los fiscales vinculó a Herlinda Bobadilla, Juan Carlos Montes y Noé Montes. Valle enfrenta una condena de 50 años. Durante su testimonio, Valle dejó claro que firmó un acuerdo de culpabilidad, que incluye a cambio la oportunidad de reducir la sentencia.
Caso los Cachiros
Devis Leonel Rivera Maradiaga, cabecilla de Los Cachiros, hundió en el tráfico de drogas al hijo del expresidente Porfirio Lobo Sosa, Fabio Lobo y a otros siete exagentes de la Policía Nacional. A Fabio incluso le tendió una trampa junto a la DEA para atraparlo en el ilícito.
El Cachiro también acordó ser testigo en el juicio contra el diputado Fredy Nájera, quien -cuando era diputado- se alió con el grupo narcotraficante para participar en el mismo.
Tony Hernández, hermano del presidente de Honduras, también es otro de los hondureños que enfrentan la justicia hondureña al ser traicionado por el Cachiro, cuando este reveló que le pagó sobornos al diputado hondureño.
Rivera Maradiaga también arrastró ante la justicia de Estados Unidos a los primos Rosenthal por participar en transacciones monetarias con bienes de procedencia ilícita.
Caso Zalabarria
Por haber 'soplado' a exsocios, al hondureño Ronald Carrión Zalabarria se le redujo la pena de nueve años a solo tres y medio, luego de un acuerdo de cooperación que firmó con la Fiscalía de Estados Unidos.
Para obtener la clemencia de la justicia norteamericana, el hondureño hundió a diferentes narcotraficantes, entre ellos el hondureño Sergio Neftalí Mejía.