Tras haber protestado
TEGUCIGALPA, HONDURAS.-Desde La Guasalona, Tibombo, Los Jucos, Perritos y Vuelta del Perro Ahorcado, se rige la nomenclatura de algunos barrios, colonias, aldeas y caseríos de Honduras. Unos más creativos que otros, pero que, sin duda, a cualquier foráneo que visite esos rincones les despierta una gran atención. El origen de tan curiosos apelativos se debe a diversas razones.
“Algunos aluden a términos indígenas que aunque suenan jocosos, no deberían ser referencia de chistes debido a que no se sabe a ciencia cierta qué significado tiene en la lengua indígena; otros, por el contrario, reciben el nombre de ríos o elementos distintivos que se relacionan a esos sitios”, señala el historiador Nelson Carrasco.
Tal es el caso de La Masica, municipio de Atlántida, que debe su nombre a la abundancia de un árbol con dicho nombre cuyo fruto es comestible y de sabor insípido.
El nombre de otros sitios recae sobre productos o comidas, que no se producen precisamente en dichas localidades, sin embargo, así son reconocidos por muchos, por ejemplo, Tamal y Queso es un pueblo situado en el kilómetro 33 carretera a Olancho y donde lo que menos se venden son tamales y queso; no se sabe a ciencia cierta de dónde sale tan curioso y jocoso nombre.
Otros sitios que ya fueron nombrados por sus patronatos y que además aparecen en el catálogo de departamentos, barrios y colonias de Honduras reciben sus seudónimos por las condiciones ya sea de sus calles o falencias de las mismas. ¿Quién no ha oído mencionar al tan popular barrio Los Jucos?
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En realidad su nombre es barrio Morazán y está situado en Tegucigalpa, su nada favorable apodo se debe a varias teorías. Algunos auguran que se debe a que en esa localidad vivían ciudadanos que por la falta de agua potable no se bañaban con frecuencia; otra refiere a que su nombre surgió por la afluencia de aguas negras que desembocan en una pequeña quebrada de esa localidad y que desprende un olor desagradable. Lo cierto es que la jocosidad de su nombre es bien aceptada por los capitalinos.
En otros nombres se arraigan las leyendas, claro ejemplo es La Vuelta del Perro Ahorcado, ubicado entre la colonia Buenos Aires y barrio El bosque.
Se trata de una curva cerrada en las faldas de El Picacho, según la leyenda, hace años cuando no estaba tan poblado, se ahorcaban perros contagiados por rabia, esa fue la mejor referencia para tildar a ese viraje que además servía como prueba de fuego para conductores principiantes.
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Pero no son los únicos nombres extraños de lugares en el país. Tierra adentro, Honduras está rodeada de pueblos que han recibido por nombre términos extraños y curiosos que apelan más a la creatividad y de los que no se sabe cuál es el trasfondo de su significado. ¿Qué pensaría si le dijeran: ¿Conocés El Mojón? Seguramente respondería cualquier cosa menos que se trata del nombre de un lugar, este caserío pertenece al departamento de Choluteca.
En La Paz, uno de sus caseríos recibe el nombre de El Pelón. Seguramente “los pelones” son los que menos existen entre sus pobladores o tal vez haya uno que otro.
En el municipio de Danlí, en el valle de Jamastrán para ser precisos, llama la atención el nombre de una de sus aldeas El Matazano, su seudónimo se debe a la abundancia de dicho fruto que además se encuentra en otras zonas del país.
Otros sitios con nombres que llaman la atención son: La Llorona, Los Anises, El Ignorado; todos de La Libertad, Comayagua. El Mogote, Descombros, Agua Sucia, Rastrojo Largo de Corquín, Copán o Kele Kele, Nisperales, Olvido Mandador y Presa Vieja de Cortés.
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Tome nota de otros nombres: Viga Atravesada en Cucuyagua, Copán; El Garabato, Florida, Copán; La Camisa, Omoa, Cortés; La Choca, San Jerónimo, Comayagua; La Joya de Mula, Minas de Oro, Comayagua; El Cutuco, Yoro.
¿Cómo es el proceso de nombramiento de cada sitio de Honduras? La inscripción de estos nombres de aldeas y caseríos se realiza a través de la Secretaría de Gobernación. Una vez que se elige el nombre de dicho sitio, se procede a realizar la personería jurídica de cada localidad.
Según el artículo 62 de la Ley de Municipalidad: La Corporación Municipal, mediante acuerdo, determinará la condición de las aldeas diferenciándolas de los caseríos, debiendo dar cuenta al Instituto Nacional de Estadística (INE) y a la Secretaría de Estado en los Despachos de Gobernación y Justicia.
