TEGUCIGALPA, HONDURAS.-“La guitarra antes de ser instrumento fue árbol y en él cantaban los pájaros. La madera sabía de música mucho antes de ser instrumento…”, dijo Atahualpa Yupanqui, cantautor, guitarrista, poeta y escritor argentino; para que fuera usado y leído para la posteridad.
Tanto ha sido y es vital la madera como materia prima para construir los instrumentos musicales que ha inspirado a millones de personas en el mundo, inmersas en la música, así también han sido importantes las personas que con sus delicadas manos los elaboran.
Los carpinteros y ebanistas fueron quienes desempeñaron esa labor durante cientos de años, sin embargo, en el último siglo los dedicados al diseño de instrumentos musicales, tanto de cuerda como de percusión y viento, fueron conociéndose como lutier.
Es denominado así al artesano que se emplea en la reparación y ajuste de los diversos instrumentos musicales, al igual que al diseño de los mismos.
En Honduras no hay fábricas especializadas en la construcción en serie de instrumentos musicales, pero sí muchos artífices que de manera artesanal diseñan y reparan cientos de instrumentos, por muy difícil que parezca la labor.
La Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) , en el campus Ciudad Universitaria, en Tegucigalpa, es la cuna de uno de los talleres de lutería que hay en el país, erigido en el Departamento de Arte de la máxima casa de estudios, hasta donde EL HERALDO ha llegado para conocer su corta historia.
¿Cómo nació el Luthierlab?
Sus creadores lo han denominado Luthierlab, el laboratorio de lutieres o luteros.
“En una plática con el profesor (de guitarra clásica) Eduardo Acosta, hace más o menos cuatro años, me dijo: ¿Sabe qué es una verdadera lástima para mí?, que Honduras produce unas de las mejores maderas del mundo para hacer instrumentos musicales y aquí nadie está haciendo instrumentos de alta calidad”, cuenta Miguel Romero, uno de los creadores de Luthierlab.
Esa conversación dio pie para que naciera el Luthierlab, ahora muy conocido, principalmente por los estudiantes de Música de la UNAH, entre otras carreras del Departamento de Arte.
Miguel Romero, máster en Bellas Artes egresado de Montana State University, recuerda que “le dije: Si usted se anima, yo me animo. Y ese fue el comienzo de este taller”.
Sus primeros pasos
Las primeros pasos se comenzaron a dar y a gestar la adquisición del material didáctico, investigar sobre qué maderas podrían utilizar; todo iba viento en popa.
Sin embargo, el espacio físico adecuado no estaba disponible para los soñadores del oficio de lutier dentro de la UNAH.
“Poco a poco fue rodando la cosa y fue hasta el año 2018 que recibimos el primer espacio para un taller, fue el aula 414 que está al otro extremo del edificio C2, mucho más pequeña que esta aula; un período después ya estaba tan lleno el taller que no cabíamos, entonces nos cedieron un espacio más grande”, añade el maestro.
Los jóvenes universitarios e incluso maestros de la alma máter se interesaron en el proyecto y comenzaron a llegar para iniciar así el primer taller de reparación y construcción de instrumentos musicales en la UNAH.
Maestros involucrados
Emilio Lanza, arquitecto y catedrático de la carrera de Arquitectura en la UNAH, expresa que “la idea del Luthierlab es reparar las fallas de los instrumentos y también aprender a construirlos”.
Aunque su especialidad original no es la música, Emilio puede ejecutar guitarra, ukelele, armónica y teclado, entre otros instrumentos musicales que aprendió a tocar durante su adolescencia.
Su pasión por la música y por la lutería llega al grado de que en la actualidad es considerado como uno de los primeros artesanos en la elaboración de ukeleles, un instrumento similar a la guitarra, con la salvedad de que es más pequeño y solo tiene cuatro cuerdas.
Este exótico aparato es utilizado como instrumento principal en las islas de Hawai y Tahití, y tiene un singular pero atractivo sonido.
Maderas preciosas
Mástiles, puentes, diapasones, almas, entre un sinnúmero de piezas de instrumentos de cuerda y percusión son detalladamente reparados o diseñados desde su inicio por al menos 15 jóvenes que integran en la actualidad el taller de reparación de instrumentos musicales de la UNAH.
Maderas de gran valía tanto en el país como en el extranjeros son empleadas para dar un acabado extraordinario a cada pieza.
Pequeñas tablas de caoba, granadillo, almendro, cedro, rosita, entre otras, son las más utilizadas por las mismas propiedades que se adecúan para la construcción de las curvaturas de los instrumentos musicales.
“Comencé haciendo ajustes, de repente arreglando una clavija o una cuerda que no está muy alta o baja, la verdad inicié traveseando en esto”, relata Nelson Molina, contrabajista profesional, miembro de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) y parte de Luthierlab.
El músico nunca tuvo una preparación en carpintería o ebanistería, pero su afición por la música lo llevó a sumergirse en el mundo de la lutería, actividad que desarrolla con mucho empeño, expresa.
Se costean sus gastos
Luthierlab no recibe un apoyo económico de la UNAH, más que la facilitación del local ubicado en el cuarto nivel del edificio C2, en Ciudad Universitaria.
Para sufragar sus gastos en la compra de las maderas, herramientas y otros materiales cobran cantidades módicas a los estudiantes que llegan con el fin de que sus instrumentos sean reparados.
“El Departamento de Arte nos dio el espacio, pero no tenemos ningún tipo de financiamiento por parte de la universidad, solo el espacio que ya es bastante valioso; al principio yo puse muchas de las herramientas, el profesor Eduardo Acosta puso otras y poco a poco los muchachos han ido comprando herramientas para ellos”, manifiesta Romero.
Los servicios del taller están a disposición del estudiantado que desee reparar o remozar su instrumento, inclusive personalizarlo con decoraciones o acabados muy singulares, a petición de los clientes.
Desde cambiar una simple cuerda o convertir una guitarra acústica en electroacústica hasta dar finos acabados a instrumentos poco conocidos como el tambor peruano, el calimba y el tambor de lengüeta, estos dos últimos utilizados en el continente africano.
En el Luthierlab se reparan guitarras, violines, violonchelos, contrabajos, ukeleles, entre muchos instrumentos musicales de cuerda y percusión, con el fin de seguir fomentado la cultura de la buena música y del aprendizaje entre los universitarios. Este pequeño pero notable taller de reparación de instrumentos musicales se ha convertido en el auxilio de los que creyeron haber perdido el instrumento que más querían, tal vez cedido como un patrimonio familiar o un regalo especial.
Luthierlab está para darle vida a la música en un pequeño recinto de la UNAH.