Cerca de 500 hondureños entre hombres, mujeres y niños, algunos usando abrigos y gorros para protegerse de las bajas temperaturas que imperan en el país -producto del frente frío que ingresó el pasado lunes-, otros, portando únicamente sus sueños de llegar a suelo norteamericano, pues lo perdieron todo tras el paso de Eta y Iota.
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En días previos, expertos aseguraron que la devastación de ambos fenómenos naturales impulsaría la migración, un fenómeno que ha tenido un auge particular en Honduras desde hace aproximadamente dos años.
Y aunque ellos vaticinaban que el éxodo comenzaría a verse en 2021, este grupo de hondureños se adelantó a los pronósticos. Según cifras en poder de la Comisión Permanente de Contingencias (Copeco), cerca de cuatro millones de personas resultaron afectadas por los fenómenos naturales, en su mayoría quienes residen en el valle de Sula.
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Sin garantías
Antes de partir, los migrantes se arrodillaron sobre el asfalto para elevar una oración a Dios y encomendar el largo camino que les espera. Luego de ello, cantaron el Himno Nacional y poco antes de la media noche comenzaron a caminar con rumbo a la frontera de Corinto, entre Honduras y Guatemala.Las condiciones que les espera son difíciles, pues desde varios meses las autoridades de los dos países de tránsito y Estados Unidos mantienen políticas y controles más férreos, con el fin de evitar la migración irregular.
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