TEGUCIGALPA, HONDURAS.-
-Ya sabe, está terminantemente prohibido utilizar los celulares.
¿Y eso, usted?
-Suben estados a WhatsApp o Facebook y nos cierran el local.
-Está bien, vale que nos dijo.
-Igual, adentro sacan a los que no quieren hacernos caso.
La advertencia de la mujer en la entrada de la discoteca es clara, además está acompañada de un afiche pegado en la pared con la forma de un dispositivo móvil y un círculo con una línea transversal para dejar claro que no se pueden utilizar celulares.
EL HERALDO PLUS se internó en la vida nocturna del Distrito Central para evidenciar el irrespeto total al toque de queda.
Bares, discotecas, prostitución, ventas callejeras, transporte público, vehículos privados y una escasa presencia policial fueron evidenciados durante uno de los picos de contagio más altos del covid-19, en el que las personas mueren en los triajes.
Fiestas covid
La puerta del local en el tercer piso de un lujoso edificio del bulevar Morazán la abrió un sujeto gordo vestido con una camisa negra que tenía el logotipo de “Seguridad” en la espalda.
En el interior, alrededor de 200 personas disfrutaban del ensordecedor ritmo del reggaetón con bailes y tragos en la mano.
El humo que utilizan para crear la atmósfera nocturna, acompañado con luces de neón y led, apenas permitía diferenciar los rostros, mucho menos a los “dos que tres” que andaban mascarillas de distintos colores.
Pasan las 11:30 PM, EL HERALDO Plus acaba de ingresar a una de las discoteca de moda y con presencia permanente de clientela en la capital; el ambiente está a más no poder.
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Las restricciones de las garantías constitucionales, conocidas popularmente como toque de queda, establecidas en el decreto ejecutivo PCM 075-2021, que prohíbe la circulación de las personas después de las 10:00 p.m., no parecen importarle a nadie en el establecimiento.
En el interior, en una imagen atípica de una juventud dominada por las redes sociales, nadie anda el celular en la mano por dos razones: la advertencia en la entrada y un par de sujetos con cuerpo de fisicoculturistas mal encarados que se mueven de un lado para otro con el olfato de un sabueso para identificar a los pocos desobedientes.
Apenas un valiente se atrevió a tomarse una inocente selfi en el área VIP, pero su estatus económico no impidió que uno de los “gorilas” lo agarrara de la mano, le diera una intensa regañada, para posteriormente obligar al joven a entrar a la galería de su celular a borrar la fotografía de forma inmediata.
El impase pasó rápido, así como el cambio de ritmo de reguetón a salsa, para después sorprender con una canción de Mónica Naranjo que —por alguna razón— le gusta a los visitantes.
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Cervezas a 80 lempiras, casi el triple de ganancia al precio normal, valen la pena para los clientes que reconocen como un trofeo estar pasando la noche en una discoteca a pesar del toque de queda.
Van pasando las 12:30 a.m. y al parecer nadie tiene intenciones de moverse. Love on the Brain, de Rihanna, bajó los decibeles del baile pero incentivó el consumo de alcohol en la barra, donde dos muchachos y una joven apenas se daban abasto para saciar la sed de los clientes que las pedían con mucha prisa.
Pasando la 1:00 a.m. las luces se encendieron, las caras largas se dejaron ver, la música bajó de volumen, el desfile hacia el ascensor comenzó, pero el aparato elevador no daba abasto para el mar de personas, la situación fue peor en el estacionamiento, donde a vuelta de rueda salieron por docenas los vehículos.
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Recorrido
El ambiente que evidenció EL HERALDO Plus en la discoteca es apenas un ápice del irrespeto general a la normativa en las avenidas del Distrito Central.
El recorrido comenzó pasadas las 9:30 p.m. con la esperanza de encontrar la desesperación de las personas por regresar a sus casas y a los dueños de los locales apresurados para evitar las multas que les imponen desde la Alcaldía.
El punto de inicio fue el bulevar Morazán que, pese a no tener el impacto festivo de los años noventa, aún conserva algunos bares y discotecas que han sobrevivido generaciones.
En el recorrido se logró evidenciar que algunos locales respetan a cabalidad la normativa y ya para la hora de inicio de la prohibición tenían sus puertas cerradas, otros apenas acomodaban a sus empleados en las entradas de los estacionamientos para dar la bienvenida a la noche.
El trayecto continuó en la parte media del bulevar Suyapa, donde una discoteca presentó una masiva aglomeración de personas esperando entrar a divertirse.
Afuera del inmueble, subidos en las aceras, decenas de vehículos son acomodados para mantener una especie de orden y seguridad de la clientela.
Esta discoteca, durante la prohibición del toque de queda, según evidenció EL HERALDO Plus, la visitan en su mayoría jóvenes.
En la entrada del lugar hay solamente un muchacho alto de camisa negra que decide quiénes pueden entrar luego de realizar un pago que va desde 150 a 250 lempiras (sin precio fijo).
Hasta ese momento no se logró ubicar una tan sola patrulla de la Policía Nacional, retén o personal de la Alcaldía Municipal realizando algún operativo.
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El recorrido siguió en el centro de la capital, donde un grupo de jóvenes ubicados una cuadra al costado de las instalaciones del AER (Atiende, Entiende, Resuelve) de la municipalidad sonríen entre bromas y risas como si estuvieran de día.
Uno de ellos, incluso, al percatarse de la presencia de un vehículo, comenzó a bailar frente a un rótulo con la palabra “Alto”, causando risas entre sus amigos que tomaban cervezas.
En las cercanías a la zona del “Arbolito”, a inmediaciones del Guanacaste, otro grupo de personas realizan actividades ilícitas con toda normalidad.
En muchas avenidas, a pesar del toque de queda, se logró verificar negocios callejeros de comida abiertos, donde decenas estacionaron sus vehículos.
EL HERALDO Plus repitió el recorrido a las 2:00 a.m., las discotecas estaban despachando a los clientes, no se logró ubicar los operativos de la Policía Nacional, los jóvenes del centro ya se habían ido a dormir y los puestos de comida estaban más aglomerados que en la primera pasada.