“Tu bandera es un lampo de cielo por un bloque de nieve cruzado y se ven en su fondo sagrado cinco estrellas de pálido azul...”, así reza parte de la letra del coro del Himno Nacional de la autoría del poeta hondureño Augusto C. Coello.
En este se exalta a la Bandera Nacional, el símbolo patrio que la historia retrata como emblema de fervor y devoción de miles de hondureños a la tierra que los vio nacer.
Hoy que se marca en el calendario cívico el inicio de las celebraciones en honor a la Patria y que se celebra el Día de la Bandera Nacional, decretado el 26 de mayo de 1995 por el entonces presidente Carlos Roberto Reina, repasamos su historia y su significado, que debe ser sinónimo de respeto y entrega.
PABELLóN NACIONAL. Creada por Decreto Legislativo No. 7, del 16 de febrero de 1866, siendo presidente de la República don José María Medina, la Bandera Nacional está inspirada en las antiguas Provincias Unidas de Centro de América. Está formada por tres franjas horizontales del mismo tamaño, de color azul las exteriores y blanca la del centro, donde destacan cinco estrellas azules que simbolizan a los cinco países que formaron la antigua Federación Centroamericana y el ideal de la unión del istmo.
En sus franjas azules está plasmado el cielo hondureño con ideales de amor fraternal, justicia, lealtad, fraternidad, fortaleza y valor, y los océanos Atlántico y Pacífico que bañan las costas del país. Y la franja blanca simboliza la meta a donde deben dirigirse las acciones de patriotismo, pureza, integridad, fe, obediencia, paz, firmeza y bondad.
Las reglas que durante años se pusieron en práctica para el manejo del Pabellón Nacional fueron cambiadas en 1949.
Siendo presidente de Honduras el Doctor Juan Manuel Gálvez, reformó el Decreto No. 7 de 1866, para establecer que la bandera debía tener un tamaño establecido y el color de sus franjas debía ser azul turquesa. “La Bandera Nacional de Honduras constará de tres franjas iguales y horizontales, la superior y la inferior de color azul turquesa, la del centro blanca y llevará en medio cinco estrellas de cinco ángulos salientes del mismo color azul, formando con cuatro de ellas un cuadrilongo paralelo a las franjas, siendo colocada la restante al centro del mismo cuadrilátero. El ancho del conjunto de las tres franjas deberá ser contenido dos veces en la longitud”.
Y es que, por años en escuelas, colegios y hasta en actos oficiales se ha hecho un mal uso de este símbolo patrio.
En su libro “Símbolos y personajes históricos de Honduras”, el escritor Luis Roberto Castellanos anota varias reglas que deben seguirse para el manejo de la bandera.
Desde el respeto que comienza por evitar su deterioro, lo que implica no izarse en tiempo de lluvia, hasta el comportamiento que debe tener el hondureño en presencia de la bandera, que va desde hacer el saludo correspondiente y quedarse de pie cuando se ejecuta el Himno Nacional.
Desde hoy 1 de septiembre en centros educativos e instituciones públicas, embajadas y consulados, el Pabellón Nacional debe permanecer izado en el punto más alto del asta como símbolo de fiesta.
Antes se celebraba su día el 14 de junio, pero desde el 23 de mayo de 1995, por decreto legislativo número 84-95, siendo Presidente de la República Carlos Roberto Reina, se declaró el 1 de septiembre de cada año como Día de la Bandera Nacional.
El decreto en su artículo 1 dice: “Institúyese el uno de septiembre de cada año, como Día de la Bandera Nacional de la República de Honduras, en esta fecha todas las instituciones del Estado, civiles y militares, lo mismo que la ciudadanía en general, deberán rendir tributo de veneración y respeto a la Bandera de la Patria”.
HONORES A LA BANDERA.
Según el protocolo, la Bandera Nacional tiene su puesto de honor donde permanece durante los actos cívicos.
Debe estar en el extremo superior del mástil, colocado verticalmente, en un lugar preferente de las plazas públicas, en la parte sobresaliente de los edificios nacionales, institutos y escuelas, Embajadas y Consulados en los países extranjeros y en la parte superior del mástil de los barcos.
En los desfiles militares, escolares o cívicos se usa la bandera colocada en el extremo superior de un mástil portátil, esta debe guiar el desfile, conducida por el personaje más honorable, la primera autoridad o el alumno más destacado, en el caso de las escuelas y colegios. A estos se les llama abanderados y deben caminar con paso marcial y con una inclinación de 15 grados hacia el frente, a partir de la vertical.
Para el izado de la bandera debe seguirse otro protocolo. Se iza a las 6:00 de la mañana y se arrea a las 6:00 de la tarde.
Antes de izar el pabellón, este se desdobla, cuidando que la tela no toque el suelo.
Y la misma debe ascender despacio y en medio de una total solemnidad al son de los acordes del Himno Nacional o la voz del clarín en los actos militares.
La misma solemnidad se sigue al momento de su arreo a las 6:00 de la tarde y rindiéndole los mismos honores con los que fue izada. Luego se guarda doblada a lo largo en dos partes en un sitio protegido del polvo y las polillas. Las banderas viejas o deterioradas no deben usarse en los actos cívicos, cuando esta no esté en las condiciones adecuadas, debe guardarse en un lugar seguro o incinerarse para evitar ser profanada.
INSPIRACIÓN. La Bandera Nacional también ha inspirado a poetas y músicos hondureños. Quizá el mayor apasionado seguidor del Pabellón Nacional sea Augusto C. Coello. El hondureño no solo describe con devoción al símbolo patrio en el Himno Nacional de Honduras, sino que compuso el tema “Canto a la bandera de Honduras” que es una oda a lo que para él significa este símbolo patrio.
“Oh! Bandera esplendorosa/Oh! Bandera Sacrosanta…/Cuando subes lentamente/
Cuando subes majestuosa sobre el asta
y a los besos aromados de la brisa/
te despliegas como un ala que se tiende bajo el cielo/ temblorosa y agitada”, dice una parte de la canción.
Las letras gloriosas que exhaltan al hondureño dispuesto a dar la vida por ese pabellón azul y blanco, representan sin duda una fidedigna muestra del amor patrio que le falta hoy en día al hondureño.
Con estos versos y con toda una trayectoria en la administración pública, el escritor y poeta Augusto Constantino Coello Estévez, nacido en Tegucigalpa en 1884 y fallecido en San Salvador en 1941, sin duda se convirtió en un héroe de su tiempo.
Pero él no es el único a quien han inspirado los colores de la Bandera Nacional.
Rafael Heliodoro Valle, el poeta y humanista cuya luz única iluminó la Honduras de mediados del siglo XIX, escribió un poema dedicado al símbolo nacional, en el que se retrata la lucha de Francisco Morazán y José Trinidad Cabañas en defensa de la soberanía y coloca a la bandera como un signo que está más allá del amor y de la misma muerte.
Nacido en Tegucigalpa el 3 de julio de 1891 y fallecido en México el 29 de julio de 1959, Heliodoro Valle, quien fue un incansable investigador de la historia y la literatura, expresa su amor por Honduras en este poema, una tierra ingrata que un día lo llamó traidor pero que él amó hasta el final de sus días.
Y es que eso es lo que debe inspirar la Bandera Nacional, amor a Honduras, no solo hoy, cuando el calendario cívico marca el inicio del mes patrio, sino todos los días, respetándola y rindiéndole honores desde el seno familiar, las escuelas y la vida cotidiana.