Cuando nació, el 31 de marzo de 1914, su país vivía desde hacía tres años y cuatro meses la Revolución Mexicana. Cuatro meses después inició la Primera Guerra Mundial.
A consideración del poeta hondureño Rolando Kattán es contradictorio que Octavio Paz desde esos primeros días de vida estuviera en medio de dos conflictos, el primero nacional y el segundo mundial, no obstante, “esas coincidencias se van a ver, a manera de metáfora, reflejadas en toda su obra”.
Paz fue para México, y también para otras latitudes, un intelectual total.
El escritor hondureño Julio Escoto dijo en una ocasión que “pocos autores latinoamericanos ostentan un rango tan exquisito en el manejo de las artes como Octavio Paz... un motor en marcha solo comparable al que años antes fue nuestro compatriota Rafael Heliodoro Valle”.
Las búsquedas fueron constantes en la vida del poeta, un hombre que no se limitó a ofrecer el furor de su trabajo al crecimiento de la cultura y las artes mexicanas, ya que fue él quien se entregó a la traducción de las obras de escritores extranjeros para introducirlas en el acervo literario de su país. Además de ser antólogo y reunir las obras de sus contemporáneos, también hizo retrospectivas y “buscó los grandes valores de las letras mexicanas hacia el pasado, que eso también es muy importante, el sentir y mantener la vigencia”, dijo Kattán.
“Él siempre estuvo en búsqueda del lenguaje, de la palabra y de esa perfección estética para transmitir un pensamiento sumamente amplio, fue el intelectual total que desarrolló todas las manifestaciones; fue traductor, poeta, narrador, ensayista, dedicó también su pensamiento a la política, a la diplomacia; al buscar un mundo mejor su trabajo trascendió muchísimo las fronteras y fue un baluarte”, señaló Kattán.
En el libro “Los diplomáticos traen la palabra”, que registra una conferencia sobre Octavio Paz dictada por Víctor Hugo Morales, embajador de México en Honduras, el conferencista expresó que el poeta fue un hombre del siglo XX que vivió y participó a plenitud en todos los grandes debates históricos y culturales de su tiempo, “fue también uno de los constructores de la cultura global; vocero imprescindible de la misma”.
Julio Escoto señala que Paz fue “el filtro intelectual que trajo a México y, por ende, a la América que habla español, las últimas tendencias no solo de la literatura sino del pensamiento, la cultura y la espiritualidad en general del mundo, y que habitan otras latitudes: Japón, India, Francia, Estados Unidos. Las diversas revistas que fundó y/o dirigió son el referente más interesante para conocer los gérmenes de mucha poesía y muchos poetas de hoy, ya que allí leyeron lo avanzado y se motivaron a replicarlo”.
Octavio Paz renace cada día en su obra
Mañana se cumplen 100 años del nacimiento de Octavio Paz, un escritor que renace con cada página abierta, con cada recuerdo de la historia literaria de México y Latinoamérica. “Las efemérides, las celebraciones de los centenarios son para resaltar la vida y el espíritu de las personas. Y los años, el tiempo, son para leer sus obras, para disfrutar de esa fuente de sabiduría que nos han dejado”, expresó el poeta Kattán.
México mañana tiene preparadas muchas actividades para celebrar lo que fue la vida y lo que es la obra de Octavio Paz, cuya poesía y ensayo no ignora ningún aspecto de la humanidad, sus letras “tienen muchísimas preocupaciones, y se le da mucho por hablar de la estética de la poesía crítica en su ensayo.
En la poesía busca mucho la libertad pero también las situaciones del espíritu humano, su sensación de soledad y busca traspasar y crear mundos y universos, y ahí ahonda mucho en el espíritu humano. Pasa del existencialismo y del posmodernismo al surrealismo y todo lo que estas corrientes estéticas significan; fue un escritor activo hasta el día de su muerte”, apuntó Kattán.
En cuanto al ensayo, su producción abarcó la revolución estética de Marcel Duchamp, la cultura y el arte prehispánico y el muralismo mexicano, la producción surrealista, la filosofía de Jean Paul Sartre y la de José Ortega y Gasset, la vida cultural de la Nueva España y la poesía barroca de Sor Juana Inés de la Cruz, “pocas manifestaciones estéticas y acontecimientos históricos de su tiempo fueron ajenos a sus reflexiones”, expresa el embajador mexicano en su libro.
Kattán destacó que una de las características de la obra de Paz fue precisamente no haber estado encasillada a un movimiento estético en especial, eso, según el poeta, fue gracias a su amplio conocimiento de la literatura y las culturas, lo que le permitió moverse entre diferentes estilos a los que llegaba y buscaba renovar.
El hecho de haber viajado y vivido en diversos países redundó en su beneficio y le permitió saciar su ávida necesidad de empaparse de conocimientos en diferentes ámbitos.
Según registra el libro del embajador Morales, el verdadero encuentro de Paz con el mundo anglosajón fue en 1943, año en que viajó a California a estudiar a la Universidad de Berkeley. Posteriormente, en 1945 fue nombrado Canciller de Tercera en el Consulado de México en San Francisco. Ese sería el inicio de una vida diplomática que para nada lo alejó de la literatura. En los años subsiguientes su trabajo lo llevó a vivir a París y la India, así como a visitar otras naciones como Afganistán, Tailandia y Singapur, “la cultura oriental lo marcó vivencialmente e impactó su creación literaria”, resalta Morales en “Los diplomáticos traen la palabra”.
Pese a la importancia que Paz le daba, tanto a la política como a la literatura, nunca conjuntó una cosa con la otra, más bien hubo en él un rechazo en cuanto a poner la poesía al servicio de una causa política, así como el compromiso de no utilizar la política para el logro de una iniciativa estética, “pero era evidente para él que sin libertad, esta no tendría viabilidad y aquella perdía razón de ser”.
“Fue despreciado por la vieja izquierda estalinista, que rompió con aquel ensayo de socialismo una vez que comprendió la brutalidad del líder ruso, una situación que se venía dando en todo el mundo entre los partidos comunistas estalinistas y los que no lo eran. Pero ello no afectó la calidad de su obra, por veces morosa, pesada y densa, por momentos brillante, honda y lujuriosa. Por su autenticidad, Paz es un autor que sobrevivirá al tiempo”, enfatizó Escoto.
El Nobel y la fama
En 1981, Octavio Paz fue galardonado con el Premio Cervantes, el máximo reconocimiento de la lengua española; nueve años después, en 1990 fue condecorado con el Premio Nobel de Literatura, siendo el quinto de los seis latinoamericanos que lo han obtenido.
A consideración del poeta Rolando Kattán, “Paz, a diferencia de otros premios Nobel, de los que uno puede identificar el libro por el cual se les da el galardón, a Paz no se puede decir que gana el premio Nobel por (como García Márquez por “Cien años de Soledad”) “Libertad bajo palabra”, no es el caso; su obra es total y su calidad la merecedora del premio”.
El escritor acotó que Paz ganó el Nobel de Literatura por sí solo, “él no representa un movimiento como el ‘boom’, estéticamente hablando... eso hace definitivamente volver las miradas hacia un pensamiento y hacia una obra, y ese pensamiento y esa obra refleja una realidad, un país, unas contradicciones, unos sentimientos que son los mismos nuestros, nosotros no somos muy distantes de México, y nuestra realidad que es muy diferente a la realidad de un chino, a la realidad de un ruso, nuestra realidad se vuelve y se eleva a una panorama crítico, a un panorama universal”.
Sin lugar a dudas, un reconocimiento como el Premio Cervantes y el Nobel de Literatura vuelven las miradas hacia el autor y su obra, y en ocasiones los ganadores de estos reconocimientos no son precisamente famosos, porque resulta, a decir de Kattán, que la literatura a veces es muy injusta, porque la fama muchas veces no vuelve la mirada a los grandes nombres de la literatura, sin embargo, en el caso de Paz sí se da esa “hermosa coincidencia, de que tanto la fama como la calidad de la obra sean trascendentales y muy fuertes, y eso inmediatamente al surgir esta coincidencia se convierte en la proa de toda una literatura y exponentes que vendrán después como el recién fallecido José Emilio Pacheco o Gabriel Zaid, que eran contemporáneos, que eran muy amigos pero que siempre vemos a Octavio Paz con ellos”.
Podrán pasar 200 o 300 años y Octavio Paz, como destacó Julio Escoto, seguirá siendo un autor que sobrevivirá al tiempo. Y como recalcó Kattán, el 31 de marzo será la fecha en que se recuerde la vida del poeta y los días que siguen será el tiempo para releer su obra.