Tegucigalpa, Honduras
Cada día de su vida don Jorge Montenegro escribió una anécdota, un cuento, una fábula.
En su última visita a EL HERALDO este ilustre capitalino de voz áspera y ronca llegó a contar mil anécdotas en la vieja oficina del barrio San Felipe y quedó encerrado en la sala presidencial casi por media hora, invocando hasta a los espíritus irracionales para sacarlo del susto; nada más exacto para describir en un solo acto al personaje con el que varias generaciones crecieron entre un frío tenebroso y folclórico que se hizo tan popular como peculiarmente terrorífico.
“Al morir quiero que me recuerden como aquel muchacho que contaba cuentos desde cipote y que llegó a cautivar el corazón de los hondureños”. Esa fue su última petición.
El pasado jueves en horas de la tarde la parca de la mitología romana le hizo el último llamado. Don Jorge Montenegro ya no pudo resistir los embates de una fuerte trombosis cerebral. A los 77 años murió el periodista, el escritor, el libretista... nació la leyenda inmortal.
Hasta La Sucia llora su partida. Sí, ese mítico personaje de las leyendas de Honduras que con su ingenio y creatividad, Montenegro le dio vida e hizo temblar a muchos en la radio y las salas de cine.
El país entero está de luto, pues el baluarte de la narración catracha cerró sus ojos y con su vozarrón se marchó al cielo a contar más cuentos y leyendas.
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Un gran inventor
Ojos tristes y grandes. Muchos surcos pasan por su cara y una nariz pingüe y fértil dan la bienvenida a la vida de don Jorge Montenegro, que de chiquito estudió sus primeras letras en la Escuela Álvaro Contreras del barrio Abajo de la capital.
Don Jorge le ponía él mismo sabor a su existencia. Siempre contó que nació medio desnutrido pues pesó tres libras apenas y que con él estrenaron la primera incubadora del país.
Aventado como nadie, estuvo en cuanto acto se realizó en su escuela, “yo canté, recité poesía, actué, en todo andaba metido”, nos confesó en una entrevista.
Su talento le valió para debutar a los 17 años en Radio Comayagüela donde se inventó programas que para su época eran un boom. “El Correo del Amor era muy escuchado, la gente me mandaba las cartas, yo las dedicaba, bueno hasta casé dos parejas”, dijo.
Un día le dijeron que se inventara algo, “dije a las 7:00 PM, alguien alguna vez ha escuchado de La Sucia y el teléfono empezó a sonar”. Ese 9 de septiembre del 1964 se inauguró “Cuentos y leyendas”.
A los días estaba en HRN, donde con un grupo de profesionales del micrófono le dio su sello personal.
Confesó que tanto que mencionaba a esos personajes del más allá que en varias ocasiones lo azoraron. “Sí, son demonios, pero con reprenderlos basta”.
Además de la película, que no le gustó mucho, en su mesa de trabajo quedaron listos cinco guiones más
para filmar.
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Don Jorge, el orgullo catracho quiso que lo recordaran como lo que siempre ha sido “un buen contador
de cuentos”.
El periodista de EL HERALDO, Marcel Osorto, aún disfruta como si fuera ayer de la entrevista que le realizó hace menos de un año.
Echándose un bocado a la carrera estaba para salir a la calle, cuando su mamá le empezó a contar a su tía... “anoche dicen que pasó la carreta fantasma”.
Jorge Montenegro, que era un ‘güirro’ de ocho años que le encantaba andar vagando, peló los ojos y se puso oreja. Las doñas continuaron la plática y se echaron ‘La Sucia’ y ‘El Cadejo’. El cipote se azoró, ese día no salió y las historias lo marcaron para toda la vida. Eso le dio paso al mejor contador de cuentos de Honduras... ¡Hasta siempre don Jorge Montenegro!
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