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Investigador: 'Nunca una lengua muerta se podrá revivir”

EL HERALDO conversó con Atanasio Herranz, investigador de las lenguas indígenas de Honduras, quien hizo hincapié en las severas consecuencias derivadas de su descuido

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11.08.2019

TEGUCIGALPA, HONDURAS.-La conservación de las lenguas indígenas de Honduras, más allá de ser un tema aislado de la agenda nacional del día a día, es un derecho derivado en deber que no puede seguir engavetado.

La riqueza del lenca y el maya chortí está extinta, mientras que la del pech, el jicaque y el tawahka se inclinan hacia el mismo destino. ¿Pero qué es lo que ha llevado a este patrimonio tan propio a la orilla de un río por el que poco a poco se extingue la corriente de la identidad?

El doctor en Filología Románica e investigador de las lenguas indígenas de Honduras, Atanasio Herranz, conversó con EL HERALDO y expuso su visión sobre la situación actual de esta herencia cultural que cada vez se aleja del enriquecimiento y deja espacio a la pérdida.

A continuación una entrevista exclusiva con el hombre que, pese a contar con una nacionalidad compartida, ha dedicado gran parte de su vida al estudio de ese tesoro que por desgracia y a la vista de todos se ve cada vez más hundido en el olvido.

Se sabe que usted es un estudioso de las lenguas indígenas de Honduras, ¿cuál es su situación general en este momento?
En el país ese tema es un poco problemático. Las ocho lenguas que hay en Honduras están en una variante, una de otra. Mientras hay unas con bastante presencia y en crecimiento, otras están en peligro de extinción, sin dejar de lamentar que algunas ya hasta murieron.

¿A qué se refiere con lenguas que ya murieron?
Digo que están muertas porque ya no tienen hablantes vivos. Me refiero al lenca y al maya chortí. Con esas lenguas lo único que podemos hacer es recopilar palabras para que los niños de esas comunidades puedan usarlas, pero nunca una lengua muerta, de la que ya no hay hablantes, se podrá revivir.

¿Y qué pasa con unos himnos que no hace mucho se difundieron en lenca?
No entiendo cómo es que traducen “tu bandera es un lampo de cielo, por un bloque de nieve cruzado”, porque al menos yo no imagino que el término nieve pueda existir en una lengua como el lenca, eso es una farsa. Hay que desmentir esa vergüenza nacional porque jugar con la identidad de un país es algo grave, debería considerársele un delito.

¿Y acerca de las lenguas que menciona están en riesgo?
Las lenguas en peligro de extinción son tres: el pech, el jicaque y el tawahka. A pesar de que ya se aprobó la educación bilingüe intercultural, no se han seguido ni elaborado cartillas ni textos en estas tres, que digamos que son las que corren mayor riesgo de perderse o extinguirse. No es un riesgo inmediato, pero si la situación no se remedia tendrán el mismo destino que el lenca y el maya chortí.

EL HERALDO tuvo la oportunidad de presenciar su ponencia “El lenca de Honduras y el lenca de El Salvador o chilanga”, enmarcada dentro del III Festival Internacional de Poesía Los Confines (FIPLC), celebrado recientemente.

EL HERALDO tuvo la oportunidad de presenciar su ponencia “El lenca de Honduras y el lenca de El Salvador o chilanga”, enmarcada dentro del III Festival Internacional de Poesía Los Confines (FIPLC), celebrado recientemente.

Por otro lado, ¿cuáles tienen mayor fuerza actualmente?
Tenemos lenguas fuertes como el garífuna y el miskito, pero en el primer caso los jóvenes ya no quieren aprenderla ni hablarla. En cuanto al miskito, tiene un buen número de hablantes y esto va en expansión, aunque lo anterior no quiere decir que debemos dejar de preocuparnos
por cuidarla.

¿Qué papel juega aquí el sistema de educación?
Lo que tienen que hacer es favorecer la educación primaria en su lengua materna y que el español lo aprendan como segunda lengua, aunque todos sigan siendo bilingües. Ya no quedan monolingües ni en miskito ni en garífuna ni en ninguna otra lengua. Cuando empieza el bilingüismo hay que tener cuidado, porque puede que este se incline más hacia el español o el inglés que a la propia identidad de cada comunidad.

Perfil

Atanasio Herranz, de nacionalidad española y hondureña, es doctor en Filología Románica por la Universidad Complutense de Madrid; profesor titular jubilado de la Carrera de Letras, con especialidad en Lingüística de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH); profesor visitante de la Universidad de Augsburgo, Alemania, y profesor de cursos de doctorado de la Universidad de Salamanca y de Valladolid, dados durante tres años en la Fundación Duques de Soria, en dicha ciudad; miembro de número de la Academia Hondureña de la Lengua y correspondiente de la Real Academia Española (RAE), así como de la Academia de Letras de Uruguay; además de miembro honorario de la Academia Hondureña de Geografía e Historia.

¿Y en el caso de los habitantes de Islas de la Bahía?
Los habitantes de Islas de la Bahía hablan inglés, pero hay que saber que hay dos tipos: el que hablan allí y el de aquellos que vinieron de Jamaica en los cultivos del banano y que tienen apellidos ingleses, diferentes a los garífunas, ya que ellos hablan el inglés creole o criollo. Esta lengua también tiene un buen número de hablantes.

Retomando, ¿a qué se debe el descuido de estas lenguas por parte del Estado?
Hay muchos factores que intervienen. En primer lugar, nunca han sido los gobiernos partidarios de otra lengua que no sea el español, desde la independencia, tanto es así que les llaman dialectos, aún hay gente que así les llama, pero no, son lenguas tan importantes como el español, con su estructura, con su sintaxis, sus léxicos, narraciones y demás. De ahí derivan muchos otros intereses.

Foto: El Heraldo

Herranz ha investigado todas las lenguas indígenas, en especial el lenca de Honduras y El Salvador.

¿El temor a sufrir de discriminación ha influido?
No podemos obviar que estas comunidades han sido perseguidas y marginadas; les han quitado sus tierras y ejidales, todo eso ha hecho que muchos no se sientan auténticos indígenas con su propia lengua y no se enorgullezcan de hablarla. Ahora, aún cuando se aprobó el decreto de la educación bilingüe intercultural, la Secretaría de Educación no está trabajando en ello, a pesar de que tienen qué. No lo hemos estado haciendo bien.

¿Ve un tiempo estimado en la pérdida de más lenguas, al menos en las que están en peligro de extinción?
Eso depende de qué se haga, pero primero hay que pensar en el medio en que viven esos grupos; si pierden sus tierras, si les imponen otro tipo de plantación o de explotación, todo eso repercute en que no puedan fortalecerse. Puede ser que el grupo étnico, como les ha ocurrido a los lencas, se mantenga, pero con su lengua ya perdida.

¿Qué representan estas pérdidas para el país?
La lengua es el primer y fundamental rasgo de identidad. Cuando se pierde una lengua se pierde también mucha riqueza, nombres de plantas, de enfermedades, de animales, etc. Dejar morir una lengua es dejar morir un cúmulo de cientos de años de sabiduría y de sapiencia.

¿De qué manera podemos aportar los “no hablantes” a su preservación?
T
eniendo respeto hacia otras lenguas, entendiendo que la diversidad lingüística es una riqueza de Honduras, y no un problema, como se ha venido creyendo. Yo pienso y, es más, estoy seguro de que ninguno de estos grupos es separatista ni dice que no es hondureño, los únicos que decían eso eran los de Islas de la Bahía. Durante gran parte de mi vida he trabajado con todos estos grupos y sé que se sienten orgullosamente hondureños. Tener ocho lenguas nos vuelve una nación diversa, no una vergüenza.

Al otro lado de la vereda, ¿el español se sigue afianzando?
Claro que sí, se mueve. Yo siempre edito el diccionario de hondureñismos que he construido; son más de 2,000 páginas y 28 años de trabajo, ¿pero quién publica un diccionario tan costoso? El español lleva su ritmo, sus cambios, la juventud influye bastante al introducir muchos términos, aunque no duren mucho.

El español siempre convivió con lenguas indígenas, como el náhuatl, y no por eso esta se ha perdido, así que es claro que la evolución del español no es el problema.