Tegucigalpa, Honduras
La estocada recibida por pequeños, medianos y grandes de la política vernácula ha provocado que otro grupo de ellos y sus hijos (vivarachos e intocables) se escuden resaltando la labor de los entes contra la corrupción. Los están usando para generar odio, haciendo creer a incautos que sus regencias fueron puras cuando están hasta el gorro.
Los delincuentes de cuello blanco que no han sido acusados ni mucho menos señalados por diversas organizaciones que luchan contra la pudrición estatal maniobran sutilmente cualquier medio de prensa (incluidas las redes sociales) para asegurar que los únicos corruptos son cachurecos, dejando ver como santos a libres y liberales.
Pillos
Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra, reza un pasaje bíblico. A estas alturas la población -presa de la cultura de la duda- sigue preguntándose si los grandes corruptos caerán. La respuesta es clara. Están cayendo poco a poco pero seguro. Al caer cachos, jefes de la oposición -también son corruptos- salen en caballito blanco.
El partido gobernante no está exento de actos impuros, los entes anticorrupción han acusado a unos socios de cometer sendos saqueos. De forma curiosa, no se señala siquiera a sus antecesores a sabiendas de sus derroches y abusos descarados. Están impunes hablando de decoro. Echemos un vistazo a sus pasos, que nadie se haga el pendejo, por favor.
La gerencia de Juan Orlando Hernández Alvarado -quiérase o no- ha dado y sigue dando sorpresas a los corruptos y con mayor énfasis a sus propios afines. Esto tiene en serios aprietos a JOH. Su promesa “caiga quien caiga” tiene bravos a poderosos (incluidos defraudadores). Están inquietos, al grado que unos piensan que los misiles tienen nombre y apellido.
Iracundo
Manuel Zelaya Rosales -cuya gestión es vista como un primor- acusa a JOH de darse lujos y permitir una corrupción galopante. “Mel” señala al Presidente de volar teatralmente, de abusar del poder y de reelegirse ilegalmente. Como aquí tenemos memoria corta a conveniencia, haremos nomás algunos balances entre Zelaya Rosales y el indómito. No suden fiebres ajenas.
“Mel” obtuvo el poder bajo el conservador Partido Liberal. Ya en el trono, sufrió -por razones ocultas- una total conversión, no parecía cuerdo. Puso y quitó de sus cargos a quien no le besaba su capricho de cuarta urna. Ahora dice que el 95 por ciento de la prensa adula a JOH. Pero “Mel” miente. En su aciago tiempo, periodistas, damas y hombres, mamaron insaciables su cuarta. ¡Prohibido olvidar!
Como aquí todo mundo nos quiere agarrar de tontos, nada mal es comparar. Zelaya Rosales -al ser derrocado en 2009- incendió y dividió el país, al grado que hasta hoy sus adeptos lo sueñan pulcro y a JOH inmundo. Pero ¿quién ha castigado a los corruptos? ¿“Mel” o JOH? El gobierno actual sigue en deuda todavía, pero “Mel” y compañía aún no rinden cuentas de sus picardías.
Coca
Si oímos bullicios de pus en este mando, también escuchamos que en el de “Mel” cayeron mil avionetas cargadas de droga -sin ley de extradiciones- que se robaron el dinero de Petrocaribe, no dejaron un cinco del perdón millonario de la deuda, asaltaron el BCH y muchos se hicieron ricos con la cuarta urna, incluidos periodistas.
En la dilecta gestión de Porfirio Lobo Sosa se saqueó el Seguro Social, se rubricó los Acuerdos de Cartagena, se indultó a “Mel” y se le santificó bajo mil caprichos. “Pepe” -su alero- le aprobó Libre y le otorgó un canal de televisión. Fresco se ufana de casto porque nadie, absolutamente nadie, ni los mismos cachos cobardes, son capaces de decirle que es otro sinvergüenza de la política.
Si Hernández Alvarado alardea, “Mel” tuvo sus refinados gustos. Paseó por el mundo en el avión oficial, en helicópteros, voló como su juguete un F-5, haló caballos y motos carísimas. Junto a su prole se soñó dueño del país en aras de un falso “Poder Ciudadano” corrupto y maloliente. Si JOH tampoco es puro, tarde o temprano rendirá cuentas, pero al menos ha tenido agallas para engrillar a damas y hombres corruptos mimados de “Mel” y de “Pepe”. No se hagan los locos que pendejos no somos.